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Clinton advierte de que no hay marcha atrás en el proceso de paz del Ulster

"No hay marcha atrás en el proceso de paz", dijo ayer Bill Clinton a su llegada a Irlanda en su último viaje presidencial, que aprovechará para intentar resolver los escollos pendientes. Sin precedentes en un presidente de EE UU, Clinton desempeñó un papel clave en la puesta en marcha de las negociaciones y su resultado, el Acuerdo de Viernes Santo, "será parte de su legado como mediador en la búsqueda de la paz", dijo ayer Bertie Ahern, el primer ministro irlandés.

Ahern resumía con esa frase los gestos de agradecimiento que Clinton va a cosechar en una visita que continúa hoy en Belfast y concluye mañana en Inglaterra. "A menudo me he preguntado por qué me involucré en esto. En mi familia los católicos y protestantes se casan entre sí y quizá estoy genéticamente preparado para la tarea. O tal vez intentaba ganar algunos votos entre los 45 millones de americano-irlandeses. La verdad es que, simplemente, me pareció la actitud correcta", recordó ayer Clinton durante un almuerzo con autoridades y personalidades irlandesas. "Alteré la política estadounidense porque creí que beneficiaría a la gente, no sólo de Irlanda, sino también del Reino Unido", añadió.Clinton justificaba así su apoyo al proceso de paz que bien podría continuar tras abandonar la Casa Blanca al término de su mandato, el mes próximo. Porque ayer, en Dublín, el presidente dejó claro que está dispuesto a seguir ayudando en el cumplimiento de un acuerdo durarero en Irlanda del Norte.

Entre la audiencia se encontraba Gerry Adams, líder del Sinn Fein, a quien Clinton concedió en 1994 un visado de entrada a EE UU en contra de los deseos del entonces primer ministro británico, John Major. Con su gesto de confianza en el plan de paz de Adams, abonaba la tregua del IRA y la inclusión del movimiento republicano en las negociaciones políticas. El alto el fuego se mantiene, pero el proceso de desarme aún no ha comenzado y es causa de la creciente disensión entre republicanos y unionistas.

Con su recorrido por Irlanda, el tercero desde 1992, Clinton confía en revitalizar el proceso de paz. La ocasión se presenta hoy en Belfast en un encuentro previsto con los principales partidos. Apenas hay tiempo para una negociación definitiva en torno a las dificultades actuales -el desarme del IRA, el veto unionista a la participación del Sinn Fein en las reuniones transfronterizas, la reforma de la policía del Ulster y la desmilitarización de la región-, pero hay espacio para avanzar hacia el entendimiento. "No hay vuelta atrás", advirtió ayer Clinton.

Por ello, no sería de extrañar, como sucedió en visitas anteriores, que se produjesen nuevas señales de desbloqueo del proceso en los próximos días. Una señal del IRA sobre la reanudación de los contactos con la Comisión del Desarme ayudaría al líder unionista David Trimble en su perenne enfrentamiento con los más escépticos de su partido, el Unionista del Ulster. El Sinn Fein, por su parte, persigue la mediación de Clinton en el desmantelamiento de las fortalezas militares británicas en bastiones radicales de Irlanda del Norte fronterizos con la República. Clinton recaló ayer en Dundalk, escala con un alto componente simbólico. Es una ciudad irlandesa pintoresca que, con los pueblos del otro lado de la cercana frontera, sirve de refugio al IRA Auténtico, autor de la bomba de Omagh. El resto de la comunidad se alzó contra el sangriento atentado y, en la plaza donde se escuchó su protesta en agosto de 1998, Clinton les animó a plantarse contra la violencia.

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