_
_
_
_

Suráfrica registra el primer caso humano fuera de Europa

Isabel Ferrer

Ronel Eckard, una mujer surafricana de 35 años fallecida cerca de Johanesburgo en junio pasado, se ha convertido en la primera víctima atribuida a la variante humana de la enfermedad de las vacas locas registrada hasta la fecha fuera de Europa. El rotativo The Independent reseñaba ayer la muerte y apuntaba la posibilidad de que la paciente se hubiera contagiado comiendo carne de terneras alimentadas con los mismos piensos animales prohibidos en el Reino Unido desde 1988, pero que fueron exportados de forma regular por Londres hasta 1996. Eckard, un ama de casa que nunca había viajado al extranjero, era muy amante de las hamburguesas. Según su marido, un electricista llamado Ken, Ronel perdió un día el equilibrio y luego dejó de notar los brazos. Sus últimas semanas de vida fueron similares a la agonía descrita por las víctimas británicas: casi paralizada, apenas reconocía su entorno y necesitaba ayuda para realizar sus necesidades más íntimas. Al tratarse de la primera persona contagiada fuera de Europa, los expertos temen que la infección provenga de los piensos animales exportados por el Reino Unido a EE UU, Asia y África cuando los fabricantes británicos ya no podían venderlos en su propio país.

Más información
Francia descubre tres veces más 'vacas locas' que las declaradas por los ganaderos

Cuando los científicos llegaron en 1988 a la conclusión de que la encefalopatía espongiforme bovina (EEB) podía deberse al consumo de piensos fabricados con restos de vacas y ovejas posiblemente enfermas, el Gobierno británico prohibió la venta interna de dicho alimento. El veto no contemplaba el capítulo de las exportaciones y las industrias del ramo decidieron buscar una salida exterior. El primero en recibir los piensos dudosos fue el resto del continente europeo. Londres informó a sus socios de la UE de lo que ocurría con este tipo de producto, pero siguió vendiéndolo hasta que una directiva comunitaria lo prohibió en 1996.

Durante ese periodo, otros continentes compraron también los piensos sin que las autoridades británicas aclararan bien los peligros derivados de su venta a los ganaderos. Según el informe Phillips, que ha estudiado por orden del Gobierno laborista la crisis de las vacas locas, las diferencias de opinión acerca de la transmisión de la encefalopatía bovina "dejaron desprotegidos a otros países que compraron los piensos para alimentar a rumiantes, un animal que nunca debió haberlos consumido".

Antes de 1988, el Reino Unido vendía unas 350.000 toneladas anuales de piensos cárnicos a sus propios ganaderos. Las exportaciones no despegaron hasta que el mercado interno fue bloqueado por el Gobierno.

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_