Incomunicados en la era de las comunicaciones
Si hace 50 o 60 años alguien le hubiese contado a mis abuelos cómo serían las comunicaciones hoy día no se lo hubiesen creído; les habría parecido una historia producto de la imaginación de Julio Verne, o algo así. Y, sin embargo, estamos siendo testigos de avances históricos en este ámbito, y las posibilidades que nos ofrecen estos avances (Internet, telefonía móvil con acceso a Internet, correo electrónico, páginas web, videoconferencias...) son tan habitualmente utilizadas que ya no podríamos prescindir de ellas, como no podemos prescindir de la lavadora, la cafetera, la nevera... Y como consecuencia de ello, los medios de comunicación nos bombardean con publicidad de las empresas que desarrollan esta tecnología. Y se preguntarán por qué estoy comentando algo tan obvio. La respuesta es porque estoy perpleja, ya que me he quedado viviendo en la prehistoria. ¿Conocen a alguien que no disponga de una simple línea telefónica?En el mes de septiembre inauguré un bufete de abogados en un edificio nuevo que acababa de ser entregado. Y para desarrollar esta actividad profesional me puse en contacto con la Compañía Telefónica para solicitar una línea de teléfono, línea de la que no dispongo todavía. Cuento en mi oficina con ordenadores y demás equipos esenciales: tengo un fax muy moderno, pero no tengo línea para utilizarlo; tengo programa de acceso a Internet, pero no tengo línea para utilizarlo; dispongo de correo electrónico y diseño de página web, pero no tengo línea para utilizarlos; quisiera hacer campaña de publicidad de mi empresa para darme a conocer, pero ¿sin teléfono? Y de nada ha servido llamar a la compañía en cuestión (Telefónica) e interponer reclamaciones, ya que su respuesta es siempre la misma: no saben cuándo podrán darme línea, porque les faltan materiales (curioso, ya que se trata de una compañía que tiene unos beneficios anuales de miles de millones de pesetas). Y ello después de haber tratado de responsabilizar a la constructora del edificio de esta deficiencia, lo cual muestra muy poca ética por su parte.
Esta circunstancia está perjudicando claramente mi trabajo, y no puedo recurrir a otras empresas, dado que todavía no operan en mi zona. Realmente no sólo estoy perpleja, sino también indignada.- María del Pilar Torres Esperante. Pinto, Madrid.
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