Un cementerio 'telefónico'
Los fabricantes de móviles lanzarán el año que viene un plan para reciclar 12 millones de aparatos obsoletos
Corren tiempos de reciclaje. Hasta ahora se reciclaban las pilas, el papel, las botellas, las latas o los tetra-brick. Pero quedaban los móviles. Una deficiencia medioambiental que llama la atención si se tiene en cuenta que los abonados de telefonía móvil superan ya en España los 23 millones, aunque el número de terminales es mucho mayor porque la renovación tecnológica ha sido tan vertiginosa que ha dejado obsoletos a cientos de miles de aparatos. Esa nueva basura tecnológica provoca ciertos problemas ecológicos, en particular por los metales que contienen las baterías, compuestas usualmente por níquel-cadmio, litio y níquel metal hidruro.Las estadísticas no son muy fiables, pero se estima que, desde que a comienzos de la década de los noventa comenzaron a proliferar unos chismes muy raros con pinta de walkie-talkie, más de 12 millones de terminales han quedado inservibles y duermen el sueño de los justos en el último cajón de la mesilla.
Respondiendo a esa demanda, la Asociación Multisectorial de Empresas Españolas de Electrónica y Comunicaciones (Asimelec), que agrupa a los principales fabricantes, va a poner en marcha una campaña de recogida y reciclaje de los telefónos móviles, sus baterías, y todos sus accesorios.
En principio, se va a tratar de una experiencia piloto que se desarrollará desde mediados de enero hasta abril del próximo año, y se circunscribirá sólo a Madrid capital y algún municipio del extrarradio. Para ello, se han elegido 60 puntos de recogida que estarán instalados en las principales distribuidoras y tiendas especializadas de telefonía móvil.
De modo muy similar a la recogida de pilas, el usuario que desee deshacerse de su viejo y pesado móvil, sólo tendrá que acercarse a uno de estos establecimientos concertados y entregarlo. Para hacer más atractiva y fácil esa labor de recogida, se han diseñado los tragamóviles, unos enormes recipientes especiales, de color verde y forma de telefóno móvil animado, que invitarán al consumidor a depositar en su interior unos aparatos que, en muchos casos, ya forman parte de la prehistoria de la telefonía celular a pesar de su corta edad.
Los terminales desechados serán recogidos cada quince días por una empresa de transporte que los llevará a un almacén. Desde allí, emprenderán su último viaje hasta Bilbao, donde serán desguazados en la empresa Indumetal Recycling.
Aunque la comparación no resulte muy apropiada en la era de la nueva economía, del móvil, como del cerdo, se aprovecha todo: la batería, la pantalla de cristal líquido, la carcasa plástica...
Según José Pérez, director general de Asimelec y principal promotor del proyecto, por cada terminal reciclado se pueden sacar entre 30 y 50 pesetas, dependiendo del modelo y año de fabricación, una cantidad muy similar a lo que cuesta su recogida y reciclaje.
Para apelar a la conciencia medioambiental del usuario del móvil, se llevará a cabo una gran campaña publicitaria a comienzos de 2001 mediante buzoneo y anuncios en prensa, en los que se incluirá la lista de los establecimientos donde se podrá realizar la entrega. En esta primera fase se espera recoger alrededor de un millón de terminales, o lo que es lo mismo, cinco toneladas de chatarra inalámbrica. Una cifra insignificante si se compara con las 1.784 toneladas de residuos de teléfonos móviles que se calcula que se generarán el próximo año, según un estudio de Asimelec.
Tras la experiencia piloto, y a la vista de sus resultados, la recogida se generalizará en toda España, mediante la instalación de teléfonos-contenedores, no sólo en las tiendas especializadas, sino en otros establecimientos como las grandes superficies. Para atender a esa demanda, se construirán seis grandes depósitos estratégicamente distribuidos, donde se almacenarán los terminales para su posterior envío a la planta de reciclaje.
Y es que, aunque el boom de la telefonía móvil es un fenómeno relativamente reciente, el ritmo frenético del avance tecnológico y la presión del consumismo han provocado que la vida media de un terminal sea muy corta, tan sólo de entre 18 y 24 meses, es decir, que cada año y medio, los españoles olvidan su móvil en el trastero y adquieren un nuevo modelo.
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