Detenidas 5 personas acusadas de más de 50 atracos muy violentos

Cinco personas que integraban una banda de atracadores muy violenta, entre ellos un matrimonio y su hijo, fueron detenidos en la madrugada de ayer en El Vendrell en una operación conjunta del Cuerpo Nacional de Policía y la Guardia Civil. Los investigadores les acusan de más de 50 atracos a mano armada cometidos principalmente en grandes superficies comerciales y restaurantes de Barcelona, Lleida, Tarragona y Madrid.

La policía seguía la pista a los atracadores desde hacía más de tres meses, cuando empezaron a actuar, pero hasta ayer no se les pudo detener. Fue en el peaje de El Vendrell de la autopista A-2, por donde se sabía que iban a circular. Sobre las 5.30 horas pasaron por allí los dos vehículos en los que viajaban los atracadores, probablemente procedentes de Madrid, donde el martes habían perpetrado su último atraco en un supermercado de Alcorcón, en el que lograron dos millones de pesetas.Los vehículos no respetaron el alto y arrollaron a dos agentes, que resultaron heridos de diversa consideración. Pero la huida fue inútil debido al dispositivo policial que se había montado y del que ayer no trascendieron más detalles. Al final, fueron detenidos los cinco miembros de la banda: Vicente Cortés, de 36 años; su esposa María Teresa Sosa, de 43, y el hijo de ambos, Vicente, de 18. También fueron arrestados Yolanda Gabarre Esteban, de 18, y Manuel Gabarre Cortés, de 20.

En la operación se intervinieron dos revólveres, dos escopetas con los cañones recortados, cuatro millones de pesetas en efectivo, joyas robadas valoradas en otros cuatro millones y 177 cartuchos. Dos menores que acompañaban a los atracadores también fueron detenidos y pasarán a disposición de la fiscalía.

La policía asegura que los detenidos empezaron robando con navajas, pero que acabaron usando las escopetas o los revólveres que habían robado a cazadores y vigilantes de seguridad. Su forma de actuar, como en casi todas las bandas, era siempre la misma. Esperaban la llegada de un vehículo de gran cilindrada a una gasolinera y lo robaban y en ocasiones secuestraban durante un tiempo al conductor como medida de seguridad. Con el vehículo sustraído, los tres hombres atracadores se dirigían a su objetivo y detrás de ellos les acompañaba otro coche con las dos mujeres.

Estaban especializados en grandes superficies y restaurantes situados a las afueras de la ciudad, donde entraban a saco, encañonaban a todos los presentes y se llevaban la recaudación. Si alguien se resistía y se negaba a obedecer, le golpeaban e incluso le disparaban sin más, como le ocurrió a un guardia jurado en Madrid. Acabado el atraco, quemaban el vehículo robado.