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Comisión

En el legítimo ejercicio de la acción política, y a cuenta del brote de legionelosis que tiene alarmados a los ciudadanos de Alcoy, los grupos parlamentarios de las Cortes Valencianas ofrecieron ayer un poco edificante espectáculo en la constitución de la comisión especial de investigación creada para aclarar la epidemia y depurar posibles responsabilidades. Si la sesión se hubiera celebrado con la presencia de público procedente de la ciudad afectada, probablemente se habrían producido, por lo menos, algunos abucheos. Porque si las palabras del presidente de la Generalitat el pasado jueves, cuando negó en las Cortes que la legionella haya causado muerte alguna, causaron consternación entre los afectados por el brote y, especialmente, entre aquellos que han perdido a algún ser querido, lo de ayer no ayudó precisamente a mejorar la percepción que los alcoyanos, y en especial los directamente afectados por la epidemia, tienen de sus gobernantes y de los políticos elegidos para defender sus intereses. En el rifirrafe entre los grupos, la legionella y los afectados por el brote quedaron relegados a un papel secundario, cuando tendrían que haber sido los principales protagonistas. En su afán por despachar con la mayor rapidez posible la investigación parlamentaria del caso, para así proteger al Gobierno, en el caso del Grupo Popular, y por prolongarla al máximo para erosionarle más, en el de los grupos de la oposición, unos y otros -eso sí, unos más que otros- parecieron olvidar lo principal: que la legionella constituye todavía una amenaza para la ciudadanía alcoyana, que ha afectado a cerca de 150 personas y que ha causado al menos cuatro muertes. Así, mientras los populares proponían una previsión de trabajo que parecía un Plan Ponds de belleza en siete días, que es más o menos el plazo que, con el evidente objetivo de lavar la imagen del Consell, proponen para investigar el asunto, la oposición intentaba prolongar la cosa hasta el mes de febrero y para ello, como comentaba en broma un diputado socialista, proponía reclamar la comparecencia de algún especialista australiano y pagarle el viaje... en barco. En Alcoy las legionellas seguramente se partían de la risa mientras provocaban nuevos ingresos en el hospital.

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