Una 'Historia'
A los escritores les gusta que les recuerden por sus obras. Eso dicen... al menos, pero lo dudo. Y lo dudo en este momento en que debo recordar a una persona a la que conocí poco, y si la conocí, fue por sus obras. Ahora, me paro y pienso. Me detengo y cambio el teclado (tipo de letra, tamaño, haga clic) y pienso ¿Qué fue de mí? ¿Qué fue sin Aita Villasante? ¿Estuvo en mi vida? Estuvo en mi vida, sí. Durante poco tiempo, pero estuvo.Una mirada lejana es como si no fuera una mirada. Yo no tengo miradas de Aita Villasante. Tengo recuerdos, algo quizás menos consistente: el recuerdo pasa siempre sin moverse, sin cambiar de perfil.
Pero el recuerdo es difícil de extirpar. Lo he contado alguna vez: si tengo que definirme, tengo que asaltar un recuerdo. Tengo que verme en una clase oscura, aprendiendo a aprender literatura vasca, a aprender a investigar diría ahora, y la Historia de la literatura vasca (segunda edición) de Luis Villasante aparece en sus tapas rojas como uno de los faros que guió mis pasos adolescentes hasta la historia que construyo junto a mis alumnos día a día.
Sé que se ha quedado vieja, que he podido hacer chistes sobre algunos de sus pasajes (sé que mis alumnos hacen chistes sobre mis frases). Pero ¿qué mejor que saber que un maestro es un maestro, y además nos deja la libertad de hablar sobre él? Leí su historia, la resumí en fichas, y supe que había literatura vasca. Sigo resumiendo en fichas y pensando que no toda la literatura vasca es literatura, pero ésa es otra historia.
Más tarde supe que había escrito otras cosas (¿se escriben cosas?, ¿se escribe sobre las cosas?), otros libros. Algo de mística o ascética (dos ciencias difíciles de distinguir entre los vascos). Y que Anjel Lertxundi le publicó una vida de Ángeles Sorazu, que era un resumen de su tesis doctoral. Y que había sido presidente de Euskaltzaindia en tiempos de mudanza. Pero es que no era jesuita, sino franciscano, y se había atrevido a cambiar en tiempos de mudanza.
Y es que el tiempo cambia y sólo permanecen los recuerdos. Esos recuerdos en cueros que nos hacen pensar en una persona como si estuviera viva, porque la leímos y no la conocimos. Leo otra vez esta tarde algo de la historia de Aita Villasante.
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