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Entrevista:DERECHOS HUMANOS

"La inmigración debe pactarse con los países de origen"

De los 50 chinos muertos en un camión contenedor en Dover a los muertos en patera de todos los días en el Estrecho, pasando por un reguero de prostitutas extranjeras decapitadas por las mafias del sexo en nuestro país, los niños rusos vendidos para vídeos de pornografía en los que son violados hasta la muerte, como los que fueron motivo de reciente escándalo en Italia, o los que simplemente son descubiertos trabajando en condiciones de esclavitud en plantaciones de Cádiz, son sólo la punta visible de una nueva forma de tráfico y explotación humana que crece en paralelo con el aumento sin precedentes de las migraciones forzosas, asegura la Relatora Especial para los Derechos Humanos de los Migrantes de las Naciones Unidas, Gabriela Rodríguez, chilena de 53 años, obligada a exiliarse tras el golpe de estado de Pinochet en 1973. Con este cargo que ella inaugura los emigrantes dejan de ser los más desatendidos para pasar a convertirse en el mismo centro de la nueva política de derechos humanos de la ONU.A su paso por Madrid, dice que no está aquí para enjuiciar una Ley de Extranjería que está en nuestro Parlamento, pero sí para decirnos que todos somos cómplices de lo que sucede en El Ejido tanto como dentro de nuestros burdeles.

Pregunta. ¿Cómo se pueden evitar conflictos como el de El Ejido o el que se vive en un colegio de Ceuta, donde los padres rechazan a niños musulmanes?

Respuesta. Los brotes de racismo y xenofobia, cada vez más frecuentes en todas partes, están directamente vinculados con el aumento sin precedentes de las migraciones forzosas. Forman parte de un estado de opinión de que esa gente viene a quitarnos nuestro trabajo, lo cual demuestra que la situación no se ha atendido a tiempo y se ha desbordado. Los políticos deberían empezar a tomar conciencia de que la emigración es el gran tema del siglo que comenzamos y tienen que asumirlo para el bien de todos sus ciudadanos. Es una irresponsabilidad de los políticos, de la sociedad, pensar que se trata de un problema de gente que nos invade, porque pronto van a terminar formando parte de nosotros.

P. ¿Deberíamos dejar que se quedaran todos?

R. Es evidente que los países no pueden recibir a todos los emigrantes. Es necesaria una emigración ordenada, pactada, que atienda a las necesidades del país de acogida. Si España necesita inmigración debe hacer una ley democrática, amplia, que se adecue a las necesidades reales, y crear las condiciones para que los que vengan lo hagan con derechos y no tengan que vivir de cualquier manera bajo plásticos, ni se queden permanentemente en el limbo de la clandestinidad, sujetos a la explotación de empresarios sin escrúpulos, de la que viven las mafias. Hay que terminar con esta situación de gente que viene y se la expulsa, viene y se la expulsa... Ellos mueren en patera o son detenidos, mientras las mafias siguen en activo.

P. ¿Por qué siempre se responsabiliza a los países receptores?

R. Las violaciones más visibles se producen en los países de destino. Pero hay que responsabilizar también a los países de donde proceden y por donde pasan. Hay que terminar con esa situación en la que las víctimas son tratadas como criminales. Expulsados por el hambre, las guerras o los desastres naturales de su país, muchos de ellos captados, vendidos y sometidos como esclavos por mafias a las que hipotecan todos sus bienes y su vida para poder llegar a un país donde les han prometido un trabajo, criminalizados por la policía, rechazados por los ciudadanos en el país de destino, su vida se convierte en un infierno sin salida. No salen de su país para ser delincuentes en masa, sino para sobrevivir. Hay que tratarlos con dignidad.

P. ¿Por qué siempre se espera de los países ricos que paguen los programas de prevención y asistencia cuando se sabe que mucha de la ayuda se queda en manos de intermediarios oficiales y que en esos mismos países de los que proceden existen fortunas que a veces exceden el PIB nacional, como la del rey de Marruecos?

R. Marruecos es un país emisor y de tránsito, pero es difícil decir a los Gobiernos lo que deben hacer, porque te topas con la famosa soberanía de los estados. Pero los países receptores tienen que entrar en un diálogo con los países de emigración desordenada y generalizada para corresponsabilizarlos del problema.

P. ¿De qué sirven campañas de prevención cuando muchos jóvenes marroquíes dicen preferir arriesgarse a quedarse en casa, donde las condiciones son aún peor?

R. La pobreza tan grande es consecuencia directa de la acumulación tan grande. Lo ideal sería que la gente no tuviera que salir de casa porque se muere de hambre. Pero el problema debe abordarse desde todos los frentes. Y uno de ellos es prevenir el tráfico en origen con campañas de información. A través de la televisión transmitimos una imagen ficticia del mundo rico basada en la idea de que aquí existen unos niveles de riqueza y consumo uniformes para todos. Lo que facilita el trabajo a los agentes de la mafia que se acercan a los padres para ofrecer un lugar de trabajo para sus hijos, a los que luego envían a trabajos esclavizantes o degradantes sexualmente. La feminización de la pobreza hace que también suceda con las mujeres, que constituyen el 40% de la emigración actual. Me ha tocado escuchar a mujeres víctimas del tráfico sexual y es dramática la situación en la que viven. No se atreven a decírselo a su familia cuando escriben y tampoco pueden ir a la policía. Las víctimas siempre son tratadas como criminales, mientras las mafias quedan impunes.

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