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Pizzas voladoras en Torremolinos

Agua, harina, levadura, sal y aceite por los aires, o lo que es lo mismo, la masa de una pizza. Este es uno de los panoramas que se puede contemplar esta semana en el Palacio de Congresos de la Costa del Sol. Ayer comenzó en Torremolinos el primer Campeonato de Europeo de la Pizza y que se prolongará hasta el domingo.Francis Tolu es el vigente campeón del mundo y de España en la modalidad de acrobacia. Con 19 años, comenzó con las masas como un juego hace cuatro años. Desde pequeño pensaba dejar los estudios y ser pizzero, en lo que su padre, Antonio Tolu, ha trabajado toda la vida. Francis en sus inicios entrenaba dos o tres horas al día. Ahora le basta con practicar una hora por jornada antes de la competición para coger el ritmo.

En su especialidad, la acrobacia, los jueces priman la originalidad de los movimientos. Con esta premisa, asombró a propios y ajenos en el último encuentro nacional cuando jugó con dos masas a la vez, peripecia sin precedentes que le otorgó la primera plaza. Málaga, ciudad española donde hay más pizzerías por habitante, acoge a otros 60 especialistas procedentes principalmente de Italia y España, aunque también los hay de Alemania y Francia.

Además de la acrobacia, la competición contempla la velocidad, la presentación, la calidad y la fantasía. Francis Tolu, segundo del mundo en velocidad, extendió cuatro masas en 45 segundos en el último encuentro nacional, aunque fue superado en diez segundos por un compañero.

Con el aire de satisfacción de ver asegurado el futuro de la dinastía Tolu, su padre Antonio lo mira con asombro. También compite, aunque en la categoría de calidad. En este apartado y en el de presentación prevalecen el fin último de cualquier arte culinario: el sabor, y las formas originales sobre las masas. El capítulo de fantasía premia el modo de servir el producto.

Antonio Tolu no lo tuvo tan fácil como su hijo, ya que antes de aterrizar en tierras levantinas trabajaba en Frankfurt. Allí conoció a una valenciana que hoy es su mujer. Como él afirma, el amor le llevó a la tierra de las paellas con la difícil tarea de hacer pizzas. En esa España de hace veinte años la situación para un pizzero "era complicada", ya que la cultura de la pizza "no estaba bien vista", precisa. Tuvo que esperar cinco años para montar su negocio en Valencia, que ahora tiene el futuro apuntalado con su hijo.

Antonio recuerda que en las nueve ediciones mundiales llevadas a cabo hasta ahora, los italianos siempre han dominado, aunque en los últimos años los españoles acortan terreno, con los consiguientes recelos de los tradicionales expertos.

Jorge Fernández, oriundo de Rosario (Argentina), llegó hace 20 años a Italia en busca de trabajo. Encontró su vocación en las formas redondas en 1985, cuando abrió su negocio. Su especialidad es la presentación y la calidad. Opina que el campeonato sirve para adquirir experiencia y añade que a la gente le reconforta ver los trofeos en las paredes del restaurante. En su local ofrece hasta 85 variedades y alude a una distinta concepción de la pizza en Italia, donde proliferan los locales exclusivos de este producto, mientras que en España la pizza es parte de un menú amplio, lo que evidencia una menor especialización.

La hegemonía que comparten italianos y españoles en estas pruebas puede verse amenazada por el tesón que aportan los japoneses. Tolu vaticina, tras lo visto en los pasados campeonatos mundiales de abril, que los nipones coparán las primeras plazas en años venideros.

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