Pamplona presenta el trabajo pictórico más actual de Bonifacio Alfonso
Bonifacio Alfonso Gómez (San Sebastián, 1933) es uno de los pintores españoles más destacados en la transición del surrealismo al expresionismo abstracto. Paradigma de la bohemia, sigue creando con la misma pasión intuitiva con la que ha vivido siempre y sus obras cuelgan en algunas de las principales pinacotecas del país. La sala de arte Caja Navarra muestra ahora en Pamplona sus últimos trabajos realizados entre 1997 y 2000.
Pánico y pudor fueron las dos palabras usadas por el comisario de la muestra, Carlos Catalán, para definir los sentimientos que embargan al artista cada vez que piensa en las exposiciones de su trabajo, a las que rara vez acude personalmente. "El artista debe desaparecer detrás de su obra", es uno de los lemas de un autor que afronta cada obra como un problema a resolver en un mundo de deseos, sentimientos y angustias propio del expresionismo."Bonifacio deja tanto de sí en cada cuadro que se siente desnudo", indicó Catalán, tras recordar la personalísima actitud ante la vida de un artista que ha pasado por más de 40 profesiones, de matador de toros a arrantzale y que se dedció a la pintua "por una pasión de libertad". Bonifacio ha exhibido recientemente sus obras en Madrid junto a Lamazares y Saura, entre otros autores. La muestra de Pamplona (García Castañón) permanecerá abierta al público hasta el 7 de enero.
Desordenado, sensual, sincero e irreverente, Bonifacio está dotado de una infalible intuición artística para dotar a sus obras de un clima argumental en un espacio expresionista, quizá el mismo en el que se desarrolla su vida, el Lavapiés madrileño de las madrugadas y los bares de copas.
La muestra recoge 23 ejemplos de su obra reciente en los que se aprecia una notable depuración cromática y formal. El espacio se ha vuelto acogedor y las formas se han redondeado, si bien sus viejos espectros, monstruos menores, conservan una naturaleza inquietante y enigmática.
Los lienzos van de la nocturnidad a la celebración de la luz; son pinturas ofensivas y deformes, burlescas, que tienen su contrapunto en otras epicúreas y optimistas. La pintura de Bonifacio y su producción gráfica, tan ligada al signo y al símbolo, está impregnada de un dramatismo incomparable, de un rigor interno y una poesía que sublima el horror y el placer que llenan la vida del artista.
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