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Londres exige que los móviles adviertan de sus posibles riesgos para los niños

Los fabricantes deberán facilitar los consejos en los prospectos

Con cuatro millones de teléfonos móviles vendidos en el Reino Unido la pasada Navidad y en la mente de todos las erradas declaraciones oficiales sobre las bondades de una carne de vacuno que estaba en realidad infectada con la encefalopatía bovina, el Gobierno laborista ha resuelto no correr riesgos parecidos con la telefonía móvil. A partir de ahora, los fabricantes deberán incluir en sus prospectos la advertencia de que este tipo de aparatos telefónicos puede implicar riesgos (aunque no demostrados) para los niños.

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Aunque un informe oficial británico sobre las repercusiones sanitarias del uso de los teléfonos móviles concluyó en mayo pasado que no había pruebas científicas sobre posibles daños para el usuario, las autoridades británicas han preferido ser precavidas. Pese a no encontrar pruebas de que las radiaciones sean dañinas, el informe ya recomendaba que se restringiera el uso a los niños, que se dictaran normas sobre el emplazamiento de las torres de transmisión y que se mantenga un tono general de precaución ante el desarrollo de esta tecnología.

Si acaba por descubrirse que las microondas emitidas por estos aparatos son peligrosas, los cerebros aún en desarrollo de los niños y sus cráneos, más delgados que los de los adultos, habrían sido los primeros en sufrir sus consecuencias.

Como los fabricantes tratan de seducir a un cliente cada vez más joven con móviles de colores y carcasas intercambiables decoradas con sus personajes favoritos, el Gobierno quiere que los prospectos dejen claro que su uso durante la infancia debe restringirse.

"El informe elaborado por el equipo de sir William Stewart añadía que, de descubrirse algún peligro, los niños eran más vulnerables que nadie. No hemos redactado la versión definitiva de las advertencias al consumidor, pero animarán a que los menores efectúen llamadas cortas", han apuntado fuentes gubernamentales.

La Oficina del Consumidor de Reino Unido considera que es mejor informar a tiempo al ciudadano para no llevarse luego sustos parecidos al de la crisis de las vacas locas.

Los fabricantes de móviles, por el contrario, sostienen que es suficiente con que los aparatos vendidos cumplan con las normas de seguridad aprobadas a escala internacional.

Lo cierto es que los usuarios se sienten preocupados por los aspectos de la salud relacionados con las ondas procedentes de los teléfonos móviles. Numerosos laboratorios de biología han realizado en los últimos años investigaciones sobre esta cuestión, pero hasta el momento no se han obtenido pruebas concluyentes, aunque los expertos recomiendan que se lleven a cabo estudios adicionales.

Por eso, la decisión del Gobierno británico no es sorprendente. Esta creciente preocupación por los niveles de radiación de los teléfonos móviles ya motivó que los principales fabricantes -la finlandesa Nokia, la sueca Ericsson y la estadounidense Motorola- se comprometieran el verano pasado a etiquetar sus aparatos con los niveles de radiación que emiten.

La medida es obligatoria desde el pasado septiembre en Estados Unidos, pero no entrará en vigor en el resto del mundo hasta que se llegue a un acuerdo sobre la normalización de las emisiones, que se espera para el primer trimestre de 2001.

Los móviles que se venden en Estados Unidos especifican la radiación que emiten y también la que, según los estudios de laboratorio que maneja la industria, puede penetrar en el cerebro.

La Comisión Federal de Comunicaciones de este país estableció que la tasa de absorción específica (TAE) de los móviles -que indica la transferencia de energía del campo elecromagnético emitido a un cuerpo biológico (el usuario del móvil)- no debe superar 1,6 vatios por kilo. Una norma que únicamente se aplica a los móviles que se venden desde el pasado 1 de septiembre.

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