La rebaja del IRPF fue de 800.000 millones, por encima de lo previsto
Montoro volverá a bajar impuestos cuando se reduzca la inflación
La rebaja del IRPF ha supuesto un ahorro para los contribuyentes de 800.000 millones de pesetas, 58.000 pesetas por cabeza, según datos del Ministerio de Hacienda. El impacto es mayor del anunciado -entre 370.000 y 500.000 millones- cuando se diseñó la reforma, pero sus efectos recaudatorios se han suavizado al registrarse un aumento del 10% en la renta declarada y de 700.000 en el número de contribuyentes. El ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, condicionó ayer la nueva rebaja de impuestos prometida al control de la inflación.
Fue una apuesta arriesgada que ha salido bien hasta el momento. La rebaja del IRPF cumplió un compromiso electoral del PP, se aplicó por primera vez en 1999 a través de la rebaja de las retenciones y se ha liquidado entre mayo y junio de este año. El Ministerio de Hacienda presentó ayer un primer balance de esa reforma para lo que se ha aplicado el nuevo y el anterior IRPF a las declaraciones que se presentaron antes del verano.El resultado es que el ahorro para los contribuyentes asciende a 800.000 millones de pesetas, lo que da una media anual de 58.000 pesetas, un 13,7%. En la memoria económica que acompañó al proyecto de ley del IRPF que se envió al Parlamento se estimó en 370.000 millones el coste de la reforma, incluido el mayor crecimiento económico impulsado por la propia reforma y sus efectos sobre la recaudación de otros impuestos. Después, esa cifra se elevó hasta 550.000 millones de pesetas y en algún momento se habló de 700.000 millones. En porcentaje, la rebaja estimada era del 11,1%.
En torno a aquellas cifras se suscitó una fuerte polémica ya que la mayoría de los expertos entendió que Hacienda se había quedado corta en sus estimaciones. Ahora se confirma que la rebaja era de mayor calado, aunque los efectos sobre la recaudación del Estado han sido menos importantes de lo que cabía esperar.
La explicación está en que ha aumentado en 700.000 el número de contribuyentes y las rentas declaradas han crecido un 10% respecto del año anterior. Es decir, los trozos del pastel han sido más pequeños pero ha habido más personas a la mesa. Una parte viene inducida por la propia reforma lo que confirmaría, como ayer explicó Montoro, que con impuestos más bajos mejora el cumplimiento fiscal y la recaudación del Estado no se resiente.
La parte fundamental es que la reforma se aplicó en uno de los mejores años para la economía española desde hace bastante tiempo. En 1999 la economía crecía a un ritmo por encima del 4%, los tipos de interés bajaron al 2,5%, se crearon 600.000 empleos y la inflación se mantuvo en torno al 2,5%.
La reforma del IRPF salió a escena en estas condiciones y contribuyó, en parte, a esa bonanza económica que se ha prolongado durante lo que llevamos del año 2000. Según los cálculos de Hacienda, sobre el crecimiento económico alcanzado en 1999 (el 4% en media anual), 0,5 puntos son resultado de la reforma fiscal y a ella es imputable también la creación de 60.000 empleos.
Otra cuestión es si esa reforma ha empezado en los últimos meses a dejar ver sus efectos perversos en la inflación. Con 800.000 millones de pesetas más en los bolsillos, el auge del consumo en los dos últimos años ha sido espectacular. A ello se ha unido el aumento de los precios del petróleo y la debilidad del euro lo que ha formado un cóctel explosivo para el control de la inflación.
Esto hace que el Gobierno se tiente ahora más la ropa. El compromiso electoral de volver a bajar el IRPF y de casi eliminar el impuesto de actividades económicas existe y siempre se ha condicionado al logro del superávit presupuestario. Pero ayer se planteó un nuevo requisito: el control de los precios. "Cuanto antes baje la inflación, más capacidad tendremos de volver a reducir impuestos", explicó Montoro, que hizo al respecto un nuevo llamamiento a empresarios y sindicatos para que moderen sus rentas. Esa nueva rebaja se producirá, en cualquier caso, en la segunda parte de la legislatura.
Para 2001 estará en vigor el mismo IRPF y, pese a que la inflación se encuentra en el 4%, no habrá actualización de los distintos baremos del impuesto, igual que en el año 2000. La inflación se come así parte de los beneficios de la reforma lo que el ministro justificó en que "la política tributaria debe contribuir a la moderación de los precios". Admitió que la rebaja ha sido también amortiguada por aumentos de recaudación en impuestos como el IVA, lo que explica la subida de la presión fiscal en 1999.
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