De plata
Parece que fueron ayer los décimos aniversarios, pero lo cierto es que han transcurrido ya cinco lustros de casi todo. El cuarto de siglo es una cifra plateada, de importancia convencional básica, más llevadera y asequible que el oro, aunque los augures sobre el alargamiento de la existencia anuncian ya que algunos cruzarán las fronteras del platino, temo que algo derrengados. Hace 25 años que teníamos 25, o casi. Y si al soplar los 40 adquirimos la certeza de las muchas cosas que ya nunca podríamos hacer, es en las postrimerías de esta década, más cerca de los 50, cuando el transcurrir del tiempo, tramposo, parece sufrir un acelerón geométrico. Amigos chistosos, sospecho que para conjurar la angustia, bromean sobre la edad de los metales, o insisten en contar cuarenta y diez, y otras añagazas. Pero ya estamos en las primeras mamografías y las primeras prostatitis, por no hablar de los primeros nietos. Los peluqueros nos trabajan menos (con las tijeras), y los dermatólogos y los reumatólogos, mucho más. Los vendedores de planes de pensiones empiezan a ser atendidos.25 años es una generación. Y sin duda los nuestros fueron algo especiales, como hoy nos recuerdan publicaciones y programas conmemorativos. Interesantes en lo colectivo y cruciales en lo personal. "Eramos unos niños" evocamos ante el álbum, pero fue la época de las decisiones que nos marcaron para siempre: el primer trabajo, el primer matrimonio, quizá el primer hijo... Los de entonces hemos ido trazando diversos itinerarios vitales, aunque nos reconocemos en los semáforos. Demasiado jóvenes todavía para obsesionarnos con las esquelas. Demasiado viejos para no contar ya, entre nuestras filas, con un buen puñado de bajas prematuras: quienes se empotraron bajo un camión, cayeron fulminados por el desgarro definitivo, destruidos por un cáncer o desarmados por el virus. O quienes hicieron mutis por el foro. Claro que recordamos (y algunos con más motivo) lo que estábamos haciendo hace 25 años. Entonces pensábamos que era lindo vivirlo. Y hoy añadimos que es una suerte poderlo contar. Y poderlo celebrar.
(Pepa García: siempre te añoraremos)
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