CDC no es la UCD VICENÇ VILLATORO
En mi opinión, la pregunta central de la futurología política catalana es si Convergència Democràtica es como la UCD o como el PSOE. Me explico. Llegará un día, más pronto o más tarde, en que Convergència perderá unas elecciones y tendrá que pasar a la oposición. Es interesante saber cuándo pasará -aunque en esto los adivinos suelen fallar-, pero es todavía más interesante saber cómo. Si su abandono del gobierno se producirá a la manera de la Unión de Centro Democrático, mezclada con una disolución absoluta que no ha dejado rastro, o si se producirá a la manera del PSOE, que era alternativa de gobierno antes de gobernar y la sigue siendo después de haber gobernado. Dicho en otras palabras, la pregunta central para planificar el futuro político catalán es saber si Convergència ha sido una amalgama de coyuntura, un paréntesis más o menos largo en la dinámica política del país, o es una fuerza política permanente que se irá alternando del poder probablemente con los socialistas.Si Convergència es como el PSOE, en este sentido de permanencia, de tener un mínimo electoral asegurado, tendremos un futuro político de bipartidismo imperfecto: dos bloques grandes en torno a los cuales se moverán fuerzas de tipo mediano -como el PP o Esquerra- y tal vez fuerzas más pequeñas, atraídas cada vez más en la órbita de las mayores. Un mapa para la alternancia y aparentemente muy estable. Si Convergència es como la UCD, la descomposición de su espacio nos hace entrar en la dimensión desconocida. Lo más lógico es que el electorado convergente se repartiese entre PP, Esquerrra y los propios socialistas, dejando una fuerza residual en el espacio central que antes ocupaba. Los socialistas serían los primeros beneficiarios -lo fueron también en la muerte de UCD-, pero no los únicos: a largo plazo ha sido el PP un beneficiario no menos importante.
El último congreso de Convergència no dio todavía una respuesta definitiva a esta pregunta, pero avanzó bastante en una dirección: Convergència no tiene pinta de ser la UCD. Porque recordemos que, en el caso de UCD, no fue la derrota lo que provocó la explosión del partido, sino que fue la dispersión del partido lo que provocó la derrota. Aparentemente, CDC iba a su congreso con el riesgo de la dispersión. Habían salido corrientes públicas. Se podía presentar la batalla de la sucesión interna. No ha pasado. Convergència ha decidido no romperse por arriba. Por interés, por conllevancia o por convicción. Convergència ha demostrado que veinte años de vida -y de poder- han amalgamado un grupo heterogéneo, con muchas discrepancias, pero también con muchas afinidades y con muchos intereses comunes. Existe todo un mundo municipal y social que es, ya, por encima de todo, convergente. El antipujolismo ha sido otro factor que ha ayudado a unificar el grupo. La mínima lucidez, también, de saber que la dispersión es el suicidio.
En otro sentido, también, Convergència no es la UCD. Seguro que recibió votos centristas no especialmente catalanistas de prestado cuando se rompió la formación de Suárez. Y la operación reformista, rechazada en España pero existosa en Cataluña, ayudó a sumar estos votos. Pero en estos momentos es perfectamente posible que estos sectores hayan sido perfectamente metabolizados en convergente y no sean un préstamo que hay que devolver -¿a quién? ¿al PP? ¿al de Piqué, al de Aznar o al de Vidal-Quadras?-, sino un componente más de la amalgama convergente.
Por tanto, la primera gran pregunta sobre el futuro político catalán empieza a responderse. Convergència no apunta a un final de UCD. Falta ver ahora cómo responden Mas y el electorado, pero el partido no va en esta dirección. Quedan sin embargo muchas más preguntas. Preguntas que afectan a todos los grupos políticos. Preguntas sobre la cohesión de los socialistas, sobre la cultura de gobierno de Esquerra, sobre el giro catalanista del PP catalán paralelo al giro en dirección contraria de la central popular. Pero son preguntas menos centrales y para más adelante. Ahora, la siguiente pregunta importante se refiere a Unió. Convergència no quiere ser -ni apunta a ser- como la UCD. ¿Se puede decir lo mismo de Convergència i Unió? Este espacio que exhibe vocación de permanencia, ¿es sólo el convergente o es el de toda la coalición? Y si es el de CiU fundida, refundada, federada o coaligada -y no sólo el de CDC-, ¿cómo se compagina esta permanencia con la vocación personal de Duran? ¿Puede tener Unió un proyecto alternativo? ¿Solos o en compañía de otros? El Congreso de Convergència ha empezado a responder a la primera gran pregunta sobre el futuro. El Congreso de Unió debe empezar a responder a la segunda. Y así sucesivamente. Hasta que las urnas las respondan todas.
Vicenç Villatoro es escritor, periodista y diputado por CiU.
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