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Un tribunal francés indemniza a un joven por haber nacido minusválido

Un error médico hizo descartar a la madre el aborto terapéutico

En una decisión sin precedentes, el Tribunal de Casación, el más alto tribunal civil de Francia, decidió ordenar que se indemnice a un joven por haber nacido minusválido. La sentencia considera que Nicolás Perruche, de 17 años, sordo, casi ciego y retrasado mental, tiene derecho a ser compensado para reparar el error cometido por el médico que atendió a la madre y que les hizo descartar el aborto terapéutico.

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Christian Perruche estaba ayer al borde de las lágrimas. "Esta decisión me da moral. Nicolás va a tener ahora una vida más asegurada", decía, mientras Josette, su mujer, repasaba el álbum de fotos de su hijo. Nicolás tiene ahora 17 años. Su madre sufrió una rubéola durante el embarazo, infección capaz de causar malformaciones del feto. La enfermedad fue diagnosticada a una hija del matrimonio Perruche cuando la niña tenía cuatro años y en el momento en que la madre había quedado encinta de su segundo hijo. Por temor al contagio, Josette pidió un examen expreso a su médico. Este último, apoyado por un laboratorio, estableció que no había peligro, porque consideró a la señora Perruche inmunizada contra la rubéola.El embarazo siguió adelante y Nicolás nació el 14 de enero de 1983. Al poco de nacer comenzó a sufrir problemas neurológicos, que un experto atribuyó a la rubéola. El Tribunal de Casación establece ahora que los errores cometidos por el médico y el laboratorio "impidieron a la señora Perruche ejercer el derecho a interrumpir su embarazo, a fin de evitar el nacimiento de un niño afectado por una minusvalía" y que este niño "puede pedir la reparación del perjuicio resultante de esa minusvalía y causado por los errores citados".

Cuatro páginas de fría literatura resuelven así la parte legal de un drama familiar que ha durado ocho años en sede judicial. Un tribunal de primera instancia comenzó dándoles la razón, pero esa decisión fue anulada por el tribunal de apelación de París en 1993. A ello siguió una batalla de recursos y en medio el Consejo de Estado indicó, en 1997, que nacer y vivir mongólico no puede considerarse como un perjuicio por parte del niño afectado, en respuesta a la petición de otra familia por un diagnóstico prenatal.

La decisión conocida ayer da un giro a esa posición. En ningún momento se dice en ella que la vida pueda ser un perjuicio en sí misma; matiza que el derecho a la indemnización procede de una equivocación médica clara y no discutida por ninguna de las partes implicadas. Sin embargo, el abogado del médico aseguró: "El tribunal dice claramente que la vida es un perjuicio reparable".

El último cruce de argumentos se produjo durante la vista celebrada el pasado 3 de noviembre. El abogado que representó al Estado, Jerry Sainte-Rose, sostuvo que aceptar la demanda supondría reconocer la existencia de un derecho a "no nacer" e incluso al riesgo de eliminación sistemática de los fetos afectados por una minusvalía. Al igual que el defensor del médico demandado, el abogado del Estado rechazó que se pueda atribuir al nacimiento de una persona, aunque sea con una grave minusvalía, el carácter de perjuicio merecedor de una reparación. "Un juego peligroso para la humanidad", sostuvo, "porque cuando los grandes anormales hayan sido suprimidos, los anormales más leves se convertirán en grandes anormales".

Varios miembros de la Academia de Medicina expresaron ayer los temores que esto va a inspirar a la profesión médica. "En vez de ir hacia una medicina del feto, para procurar que nazca en las mejores condiciones, me pregunto si el médico que no esté seguro al 100% no optará por el aborto", reflexionó el profesor Roger Henrion. Otros médicos interpretan la sentencia dictada como un modo de responsabilizar a su profesión de la calidad de la "vida en preparación" que supone un embarazo, lo cual obligará a los ginecólogos a recomendar abortos no justificados.

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