El Guggenheim intensifica su programa educativo para acercar al público a la colección Panza
Cuarenta años después de que el conde italiano Giuseppe Panza di Biumo comenzara a comprar arte contemporáneo a contracorriente de la crítica, su figura es alabada por su carácter visionario. La exposición Percepciones en transformación, que desde hoy ocupa la totalidad de las salas del Museo Guggenheim Bilbao con obras de la colección Panza, así lo quiere reconocer, pero tanta novedad puede abrumar al público. Para evitarlo, el museo ha preparado un extenso programa educativo y ha intensificado la oferta de visitas guiadas. "Es una exposición difícil", reconocieron ayer tanto el director general del Guggenheim, Juan Ignacio Vidarte, como el comisario de la exposición, Germano Celant.
Años 60 y 70
Por segunda vez desde la inauguración del museo en Bilbao, una sola exposición de obras de los fondos Guggenheim llena todo el espacio disponible en el edificio de Abandoibarra. Con motivo de la inauguración en 1997, fue Los museos Guggenheim y el arte de este siglo, un recorrido desde el arte de las vanguardias históricas hasta nuestros días que sirvió de carta de presentación de la colección permanente. Con la colección Panza llega el arte minimalista, conceptual y el environmental art (arte ambiental) que se sucedieron en las décadas de los años sesenta y setenta.En 1991, al mismo tiempo que se gestionaba la puesta en marcha del nuevo museo en Bilbao, el Guggenheim de Nueva York adquirió 350 obras de la colección Panza, a las que posteriormente la familia propietaria sumó en préstamo otras 335, de un fondo que supera en total las 2.500 piezas.
De esa manera, el Guggenheim consiguió cubrir sus carencias sobre las corrientes artísticas más arriesgadas de los años 60 y 70. Ahora una selección de más de un centenar de obras de 23 artistas muestra el núcleo central de la colección en Bilbao."Es una exposición en la que espacio, escala y luz convergen. Sólo se puede hacer aquí, en este edificio", añadió Germano Celant. "La exposición es una prueba para presentar este tipo de arte ante el público. Son obras desconocidas incluso para especialistas; hay piezas que tienen que ver con el vacío y la luz. Es difícil para el público entenderlo". El riesgo de presentar una exposición de estas características se va a compensar con un programa de visitas guiadas y de actividades educativas más intenso que en otras muestras. "Se ha realizado un esfuerzo extraordinario", reconoció Vidarte. "Es una exposición que requiere la transmisión de unas claves".
El museo espera que unas 150.000 personas puedan beneficiarse del programa educativo que, bajo el título Dejanos guiarte, se ha preparado para difundir el contenido de la colección Panza. El público general dispondrá de visitas guiadas gratuitas de martes a domingo a lo largo de toda la jornada, que ofrecerán una visión general sobre el arte minimalista, conceptual y ambiental. Además, los fines de semana se ofrecerán unos ciclos temáticos que tratarán más en profundidad aspectos concretos de la exposición, como la utilización de la luz, el empleo de ideas como obras de arte transmitidas mediante la escritura o la creación en espacios exteriores, entre otras.
Como en exposiciones anteriores, las actividades divulgativas incluirán un ciclo de conferencias. En el caso de la colección Panza se ha preparado también un exhaustivo programa de actividades especialmente pensadas para el público infantil y para asistir en familia. Por tramos de edades, desde los tres a los 13 años, los niños contarán con cuentacuentos y talleres de fotografía y estudio de las formas geométricas, de los materiales utilizados o de la relación del arte mostrado en la exposición con la moda, la arquitectura y la decoración. [Reservas: 94 435 9090. Información: 94 435 9080].
El esfuerzo del Guggenheim por hacer más digerible la exposición contrasta con la emoción de Panza al recorrer el museo, "el mejor edificio para este tipo de arte", en su opinión."Es un arte interactivo, que hace trabajar a la mente, se relaciona con la vida interior", explicaba ayer el conde al referirse a las obras que compró cuando sus autores eran unos desconocidos e inició con muchos de ellos una relación personal que aún mantiene. "Es difícil de entender porque exige prestar atención a cómo pensamos. Este arte deja de ser intelectual y se convierte en un instinto".
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