Arabia Saudí presiona en la cumbre de Riad para que los países ricos bajen los impuestos de los carburantes
La cumbre de exportadores y consumidores de petróleo comenzó ayer con la presión de Arabia Saudí, el país anfitrión, para que los países industrializados bajen los impuestos especiales que gravan los combustibles. Pese a todo, el primer país productor de crudo no descarta que en la cumbre se pueda alcanzar un acuerdo entre las partes sobre precios. En este sentido, en el discurso inaugural, el príncipe Abdulá bin Abdulaziz al Saud afirmó que su país estaría dispuesto a aumentar la producción si las condiciones del mercado así lo aconsejan.Pero tras los discursos, siguen las tensiones. La iniciativa saudí sobre los impuestos saltó a raíz de que el secretario de Energía de EEUU, Bill Richardson, instara a la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) a subir su producción en su próxima reunión del 17 de enero poco antes de arribar ayer a la capital saudí.
Richardson hizo la solicitud consciente de que la OPEP estudia seriamente recortar su producción en enero. Fuentes de la delegación de la UE, que esperaba ayer la llegada de la comisaria europea de Energía, Loyola de Palacio, se mostraron de acuerdo con la petición estadounidense y confirmaron que la UE no bajará sus impuestos sobre carburantes.
Richardson abrió el principal debate de esta cumbre sin siquiera pisar Riad. Bastó que presionara a la OPEP para que Arabia Saudí respondiera con las mismas armas pero apuntadas a los impuestos que gravan los carburantes en los países industrializados. No obstante, no fue Richardson quien lanzó la primera piedra para que las acusaciones entre productores y consumidores sobre quién es más responsible por la escalada de los precios del crudo y sus derivados. Quien lo hizo fue el secretario general de la OPEP, el nigeriano Rilwanu Lukman, el lunes pasado en Viena. Al cierre de la cuarta y última reunión del año del cartel, Lukam dijo que un barril a 30 dólares no era "exorbitado", ni iba a "dañar a la economía mundial".
El Gobierno saudí trasmitió su malestar por la presión de Richardson a través de la prensa del país, fiel reflejo de las posturas oficiales. Los editorials de los principales periódicos, especialmente el Al-Iktissad, defienden que los países industrializados no pueden esperar que "los productores carguen con toda la responsabilidad".
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