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Torres-García impuso lo moderno sobre la madera

Una galería presenta 25 construcciones de los años veinte y treinta del artista uruguayo

"Las construcciones en madera de Joaquín Torres-García son más modernas que sus pinturas", afirma el galerista Guillermo de Osma, que ha reunido en su sala de Madrid (Claudio Coello, 4 primero, hasta el 22 de diciembre), 25 obras realizadas entre 1926 y 1934. La muestra viajará a la galería Oriol, de Barcelona (Provença, 264), a partir del 10 de enero.En el montaje figuran esculturas, juguetes, maderas incisas, óleos sobre madera y 10 dibujos relacionados con su lado más innovador e investigador. La mayoría de las obras de Torres-García (Montevideo, 1874-1949) proceden de la familia del artista, que reside en Montevideo, y algunas son inéditas. La muestra incorpora juguetes, que en los últimos años han formado exposiciones monográficas en España.

Guillermo de Osma opina que el fundador del universalismo constructivo aplica a las construcciones en madera una mayor libertad y sensibilidad moderna, que al cabo de dos o tres años aparece en sus lienzos. Las obras en madera aparecen de forma continuada en su trabajo, ya desde la primera década del siglo, aunque la exposición de Madrid se centra en las piezas producidas en los años veinte y treinta.

Tras unos comienzos en el movimiento modernista y en el noucentismo catalán, tras la llegada de la familia a Cataluña en 1892, Torres-García entra en contacto con los movimientos de vanguardia. Tras un periplo por París, Nueva York y Roma, inicia en París en 1926 su etapa constructiva y conoce a artistas como Picasso, Julio González, Luis Fernández, Braque, Brancusi. En 1930, funda con Michel Seuphor el grupo y la revista Cercle et Carré, donde participan de las tendencias geométricas Mondrian, Arp y Van Doesburg.

En la exposición figuran dos juguetes, Hombre y Pájaro, realizados para sus hijos en los años veinte en Nueva York e Italia, y las piezas Composición abstracta con maderas superpuestas (1930), Composición con elementos (1931) y Máscara con pipa (1929).

En el catálogo de la exposición, Marc Domènec Tomàs, que publica un estudio sobre la reconstrucción de las maderas de Torres-García, con imágenes de estas obras y fotos del artista, señala que este tipo de piezas "continúan siendo de lo más enigmático, inquietante y escurridizo". "Simplificar y aglutinar sus obras realizadas en París, como las mostradas en esta exposición, sirviéndose sólo de postulados constructivistas no hace más que acentuar esa obstinada condición de inclasificable que le caracteriza, pues hay suficientes paradigmas formales e ideológicos en su obra que cuestionan esa única devoción artística".

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