_
_
_
_
Tribuna:
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Flacos

La Comunidad de Madrid va a controlar la publicidad para que divulgue imágenes de personas que, a su juicio, estén excesivamente flacas.El juicio aludido se supone que se referirá al de los políticos y altos funcionarios del ente autonómico.

He aquí unos políticos y unos funcionarios que no se cortan un pelo. Se atreven a dictar el canon del aspecto saludable del ser humano; y lo que no se ajuste al canon, condenarlo a censura.

La frivolidad y la desfachatez elevadas al cubo: he aquí.

No se crea, sin embargo, que es pretensión de algún que otro político o ejecutivo con delirios de grandeza. Se trata de un acuerdo del pleno de la Asamblea, por el que da un plazo de seis meses al Gobierno regional para que emprenda un plan relativo a los trastornos del comportamiento alimentario -fundamentalmente la anorexia nerviosa y la bulimia-, con el fin de prevenir las mencionadas patologías. Y a estos efectos - añade, en un arrebato que parece inspirado en el orgullo ario-, la Comunidad arbitrará un control destinado a que la publicidad "no utilice imágenes de jóvenes con un peso inferior a unos límites saludables" y a su vez "fomente modelos corporales más acordes con la realidad".

Como si la anorexia tuviese algo que ver con la publicidad; como si se pudiera prohibir; como si el Gobierno regional contara entre sus funciones establecer el modelo corporal, peso y talla, que debe regir en la comunidad madrileña.

A veces se crean estrafalarios estados de opinión con argumentos de Perogrullo, aprovechando la alarma social que despiertan determinados problemas. Es el caso de la anorexia nerviosa, que lleva peligro de muerte a quien la padece, y en cualquier caso un intenso drama, extensivo a su entorno familiar. Y pues el canon de la belleza lo han centrado en la delgadez, y sobre la pasarela desfilan modelos que se pasan de escuálidos, mucha gente sencilla (y algunos políticos de escaso caletre) establece una elemental relación de causa a efecto: los jóvenes, principalmente mujeres, no comen para tener figura de modelos, y acaban anoréxicos.

Pero no es verdad.

La anorexia es una enfermedad con enorme incidencia mental que se caracteriza por un miedo terrorífico a ganar peso, consecuencia de la falsa imagen que se tiene del propio cuerpo. La ciencia llama a este fenómeno dismorfofobia. Es decir, que el anoréxico, pese a someterse a una dieta brutal que le conduce a la desnutrición, se mira en el espejo y se sigue viendo gordo.

No está demostrado que los anoréxicos sean aficionados compulsivos a la pasarela, aspirantes a tener cuerpo de modelo. Incluso es probable que todo eso les traiga sin cuidado. Sí hay abundante casuística, en cambio, acerca de la depresión que suelen padecer los anoréxicos, de su baja estima, de su convencimiento de que no están enfermos, por lo que se niegan a ir al médico.

Prohibirá la Comunidad de Madrid los anuncios publicitarios con gente flaca y no habrá contribuido a solucionar en nada el problema de la anorexia.

Lo prohibirá, naturalmente, si puede, porque probablemente incurriría en inconstitucionalidad. Ciertamente, uno se pregunta cómo se puede establecer el peso mínimo que han de tener los personajes de los anuncios; con qué criterio se definen "el aspecto saludable de los actores" y sus "modelos corporales acordes con la realidad".

Y a mayor abundamiento: con qué descarada prepotencia y sobre la base de qué vigente ley pueden prohibir a ningún ciudadano que se divulgue su imagen (y se gane así la vida) sólo porque está flaco y su aspecto no les parece saludable a un grupo de prepósitos absurdos e impresentables.

Todos los grupos políticos han apoyado esta monumental tontería. Qué nivel. Aunque quizá sea porque va metida a mogollón dentro de un conjunto de propuestas con mayor fundamento, encaminadas a intentar solucionar el problema de la anorexia nerviosa que, al parecer, aumenta entre la juventud de todas las comunidades y también la madrileña. Por ejemplo, un estudio de los hábitos alimentarios en la región, u otro epidemiológico sobre la prevalencia de la anorexia y la bulimia.

A estos políticos censores sólo les falta prohibir a los canijos que salgan de casa. Y, de paso, que se mueran los feos.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_