_
_
_
_
Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Avería política

A pesar de la tardía y fragmentaria información sobre el submarino Tireless, fondeado en la bahía de Gibraltar, hay algunas pocas cosas que están bien claras. El submarino tiene una avería en el circuito de refrigeración que le impide seguir funcionando con normalidad. En un principio se dijo que esa avería era debida a una fisura de dos milímetros, pero ahora sabemos que es más grave, aunque desconocemos su alcance real; en todo caso, no debe ser banal cuando han llamado a sus bases a los otros once submarinos del mismo tipo para ser revisados. La Comisión Europea tampoco ha recibido mejor trato informativo por parte de Londres ante su requerimiento de que se le comunicaran las medidas previstas para el supuesto de posibles radiaciones por la reparación de la avería.Además de los habitantes del Peñón, hay una nutrida población española que se encuentra en el radio de acción de un posible episodio de contaminación, ahora o cuando se ponga el reactor en marcha una vez reparado. Sin necesidad de ser alarmistas, y aun aceptando que los riesgos sean limitados, carecen de la menor justificación para los ciudadanos españoles de la zona al proceder de una instalación británica que ha ido a ubicarse en el reducido espacio territorial de un enclave anacrónico, pero tan cerca, que cualquier cosa que ocurra puede afectarles. La base de Gibraltar no está acondicionada para reparar submarinos nucleares, como las propias autoridades británicas reconocieron, y la simple decisión administrativa de cambiar su calificación no cambia los hechos. Aparte del reactor que proporciona fuerza motriz a la nave, nadie sabe qué tipo de armamento transporta, si es que transporta alguno. Hay indicios sobrados de que es posible transportarlo de forma segura a alguna de las bases dotadas de las medidas técnicas y de seguridad necesarias para acogerlo.

Ante estos hechos, la actitud del Gobierno español es, en el mejor de los casos, incomprensible. No se advierte la menor señal del rigor y la firmeza que, según afirmó el presidente Aznar cuando criticaba al Gobierno socialista, deberían ser el fundamento de las relaciones exteriores de España. Bien al contrario, parece como si la voluntad de preservar una relación privilegiada con el premier británico dominara sobre consideraciones más objetivas acerca del interés nacional. No se tiene noticia de que se le haya planteado a Tony Blair, durante su reciente visita a España, la necesidad de trasladar el submarino averiado con la seriedad que requieren los hechos; lo que queda de esa visita es la frivolidad con que el presidente español despachó el tema en conferencia de prensa. Realmente no se entiende por qué no se exige con toda claridad que se traslade el submarino a una base más adecuada que la de Gibraltar y, en cambio, se adoptan puntos de vista que serían más propios de la otra parte, pero en ningún caso los de España.

Para postre, el Gobierno ha hecho jugar al Consejo de Seguridad Nuclear (CSN) con la inspección de cortesía que sus técnicos realizaron al sumergible averiado casi seis meses después de haber recalado en el puerto de la colonia y de la que no consiguieron sacar nada en limpio. Como ha ocurrido con otros organismos similares, teóricamente autónomos, el CSN ha sido puesto en entredicho por una política de nombramientos que supedita competencia técnica e independencia de criterio a la obediencia partidista. Y en el caso del Tireless es de temer que su prestigio ha quedado seriamente dañado por la avería política de una descarada instrumentalización por parte del Gobierno.

Haz que tu opinión importe, no te pierdas nada.
SIGUE LEYENDO

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_