El Instituto del Menor rechaza la petición de Urra de vigilar a padres que consuman metadona
Esperanza García dice que efectuar ese control sería una "intromisión en la intimidad"
El Instituto Madrileño del Menor y la Familia (IMMF) ha desestimado la petición que le ha hecho el defensor del menor, Javier Urra, para que vigile los hogares de los mil drogadictos que siguen un programa de deshabituación con metadona y, a la vez, conviven con sus hijos. Urra considera que esta situación es altamente "peligrosa" para los pequeños, y por ello ha abierto una investigación para conocer los controles que se realizan. Esperanza García, responsable del IMMF, sostiene que un control especial a estos padres supondría una "intromisión en su intimidad".
Peligrosidad
"No existe un control sobre esos mil padres, y, en mi opinión, no debe existir". Así de tajante se mostró Esperanza García al conocer la petición del Defensor del Menor, que le ha remitido una carta en la que le solicita información sobre las medidas adoptadas para vigilar a los padres que siguen un programa con metadona y conviven con sus hijos."No llevamos un control específico. Para nosotros se trata de padres como tantos otros, y con ellos se siguen los habituales controles. Hacerlo de otra manera sería una barbaridad, una intromisión en su derecho a la intimidad, que está perfectamente recogido en la Constitución", añadió la responsable del IMMF.
Javier Urra sostiene todo lo contrario. Para el Defensor del Menor, los pequeños que viven con padres que consumen metadona se encuentran en situación de "alto riesgo". "Me he documentado y he consulatdo con expertos. Creo que puedo afirmar que la metadona es una sustancia de verdadero riesgo para los niños. No se puede impedir de forma generalizada que los niños convivan con sus padres toxicómanos, pero ¿el Instituto del Menor hace un seguimiento regular y constante de estos casos?", se pregunta Urra. La respuesta del IMMF ha sido rotunda: "No, y no entra en nuestros planes hacerlo".
La peligrosidad de la metadona se ha empezado a debatir tras el fallecimiento del pequeño Israel, de 12 años, en un piso de la calle de los Hermanos García Noblejas, en el barrio de San Blas, que murió tras consumir metadona, al parecer suministrada por su madre para calmarle un dolor de muelas.Tras esta muerte, Urra pidió al responsable de la Agencia Antidroga, José Cabrera, información sobre cuántos toxicómanos viven con sus hijos. Cabrera respondió que la Agencia atendió durante el año pasado a 14.651 toxicómanos, entre los cuales había 5.932 que son padres. Sin embargo, no todos ellos conviven con sus hijos, sino que esta circunstancia sólo se da en 2.012 casos, de los cuales alrededor de mil siguen un programa de deshabituación con metadona. Cabrera señaló en su respuesta a Urra que la Agencia suministra al IMMF información sobre este asunto para que actúe en consecuencia.
Los efectos secundarios de la metadona son aturdimiento, mareos, náuseas y sequedad de boca; en casos extremos de sobredosis, puede provocar fallos circulatorios, coma profundo y, como fatal consecuencia, la muerte por parada respiratoria.
Esperanza García es contraria a la propuesta del Defensor del Menor. "Un gran número de los chicos que se encuentran en régimen de acogida son hijos de toxicómanos, y con ellos, como con todos, vamos a seguir los mismos pasos. Desde hace muchos años realizamos controles a través de los centros escolares y de los servicios médicos. Si los educadores nos informan de que los niños presentan signos de somnolencia y van mal arreglados, entonces intervenimos; como hacemos si los médicos observan alguna señal de alarma. No creo que sea necesario realizar ningún otro seguimiento específico", explica.
La reponsable del IMMF considera que el planteamiento de Javier Urra en esta cuestión es equivocado. "La situación más grave a la que puede ser sometido un menor es la separación de su familia; por tanto, hay que agotar todos los recursos antes de tomar medidas traumáticas". Urra ha llegado a plantearse la necesidad de que algunos menores en situaciones concretas dejen de convivir con sus padres cuando estén consumiendo metadona. Posteriormente matizó esta propuesta, a la espera de la información que recibiera del IMMF. "No le hemos contestado por carta porque no hemos recibido todavía la suya. Pero ésta es nuestra opinión", dice García.
Para Esperanza García, la metadona no provoca una situación de riesgo mayor que la que sufren los hijos de las 80.000 mujeres que, según las autoridades sanitarias, toman de manera regular ansiolíticos. "O de hogares en los que la lejía está al alcance de los más pequeños", añade.
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