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Crítica:JAZZ - VIENNA ART ORCHESTRA
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Bromas muy serias

Y luego dicen que la estabilidad laboral adocena y seca la raíz creativa. No uno, ni cinco, ni diez: 23 años contantes y sonantes lleva la plantilla de la Vienna Art Orchestra llevando a la práctica las ideas que Mathias Rüegg, su director vitalicio, lanza confiado en el sólido respaldo económico que le proporcionan instituciones culturales y bancos. Y no se observa que ese dinero seguro haga languidecer su capacidad creativa en absoluto. Cierto que a veces los miembros de su orquesta bromearon sobre el escenario del San Juan con el mismo talante relajado de un grupo de oficinistas en la hora del café, pero incluso esa actitud aparentemente anárquica tuvo valor artístico y, a la hora de la disciplina, supieron aplicarse como aspirantes ilusionados. Sobra decir que la orquesta sonó como un cañón ajustado a la micra.Después de promover multitud de iniciativas, como dedicar formidables discos a Satie, Brahms, Cocteau, Ellington y Mingus, entre otros, Rüegg ha decidido invitar a un viaje imaginario a través de lo que ha dado el siglo en materia de jazz. Para iniciarlo con buen pie, mandó por delante y en solitario a la polifacética cantante-actriz Ana Lauvergnac, y siguió con un encantador arreglo para quinteto de viento y sección rítmica que acertó a evocar la polifonía característica de Nueva Orleans sin incurrir en clichés historicistas.

Vienna Art Orchestra

Orquesta de 18 miembros dirigida por Mathias Rüegg. C.M.U. San Juan Evangelista. Madrid. 7 de noviembre.

Similar filosofía adoptaron las referencias al bebop, al cool, a las fusiones de distinta índole y a las formas eléctricas, todas enfocadas con libertad analítica y fecundo sentido de la digresión. Particular interés tuvo el capítulo del free jazz que el formidable trombonista Christian Muthspiel, a corazón abierto, cargó de armónicos y efectos expresionistas en la línea del gran Albert Mangelsdorff.

El viaje concluyó con alusiones al techno intelectualizado y con un devastador solo de batería, con el bombo a doble pedal, que a punto estuvo de echar abajo las robustas paredes del San Juan.

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