La farmacia española y Celia Villalobos
Siempre he comentado de Celia Villalobos -cuando aún era alcaldesa de Málaga- que tenía de PP lo que yo de cura. Pues bien, ante los problemas planteados recientemente en Navarra, en donde a las farmacias no les ha quedado más remedio que dejar de financiar las recetas de la Seguridad Social, la señora ministra ha sacado a relucir su vena de antigua afiliada a CC OO y ha dado como solución ideal la de dispensar los medicamentos en los ambulatorios. De nuevo el papá Estado, y ¡todos funcionarios!, aparecía como un espectro de su pasado utópico comunista.Ante esta salida por peteneras de la señora ministra, el señor Rato y sus "chicos del Master en USA", en la actualidad dedicados concienzudamente a la nueva "utopía neoliberal", dieron la callada por respuesta y siguieron machacando a la pequeña empresa con su martillo preferido: el gran capital.
Pero si la vuelta atrás de la ministra, con las pretendidas "nacionalizaciones" nos llenan de perplejidad, las teorías neoliberales del superministro Rato no se quedan atrás. Sus fulminantes decretos-ley aprobados de manera absolutista por el PP (mayoría absoluta), no sólo pretenden que las grandes superficies puedan vender las aspirinas con los chorizos sino que además el cierre de la mitad de las pocas librerías que hay en nuestro país está garantizado. Eso sí, todos podremos comprar una lechuga a las 12.00 de la noche y, además, ¡más barata! Y si no, véase como ejemplo sangrante el caso de las gasolineras.
Nosotros le pediríamos a los señores responsables de la economía del Partido Popular que, antes de hacerle el juego a las multinacionales (España tiene el 90% de PYMES), lo piensen dos veces, no sea que nuestra estabilidad socioeconómica actual finalice como en USA, con unos pocos privilegiados "súper ricos", rodeados de enormes barrios de marginados "súper pobres".
Nos está dando en la nariz que la globalización como nuevo dios a adorar es tan absurda como el "muro de Berlín" que la señora ministra ha pretendido resucitar, justo, a los 11 años de su estrepitosa e imprevista caída.- Antonio Gómez-Guillamón Maraver. Torremolinos (Málaga).
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.