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La Autoridad Palestina ordena que los niños no participen en la Intifada

Los menores de 16 años no podrán participar en la Intifada. El Gobierno palestino ha dictado normas estrictas para alejar de los frentes de batalla a los niños. La decisión fue anunciada ayer por el ministro de Información, Yasir Abed Rabbo, en carta dirigida a una de las organizaciones de defensa de derechos humanos más importantes y combativas de Israel, Betselem, preocupada por la participación de criaturas en la revuelta. Durante la actual Intifada han muerto 40 menores, lo que supone una quinta parte de las bajas totales.

Nuevos alto el fuego

El Gobierno palestino ha transmitido esta decisión a las unidades de la policía con la consigna tajante de alejar a los niños de los puntos conflictivos. Esta labor de las fuerzas de seguridad se llevará a cabo en cooperación con los maestros y los directores de las escuelas, que intentarán por todos los medios que los pequeños no acudan a los frentes de combate una vez finalizado el horario escolar, como viene siendo usual desde que se inició la Intifada hace 40 días.La decisión del Gobierno de Yasir Arafat responde a la presión internacional, que en las últimas semanas ha estado denunciando desde diferentes foros y plataformas la presencia de los pequeños en los combates con el Ejército israelí. El caso de los "niños tiradores de piedras" ha sido incluso denunciado ante Unicef (Fondo Internacional de las Naciones Unidas para la Ayuda a la Infancia).

La organización de defensa de derechos humanos israelí Betselem intervino hace pocos días también en la polémica y remitió al Gobierno palestino una carta en la que denunciaba y demostraba la manipulación y el uso que en los combates se estaba haciendo de los pequeños. La carta ha encontrado ahora su respuesta, pero en la contestación se asegura, sin embargo, que muchos de los niños fueron muertos por los disparos israelíes cuando se encontraban en sus casas, y no en la calle.

La respuesta palestina hace además especial referencia al caso de una niña de 18 meses que murió en Hebrón cuando se encontraba con sus padres en su domicilio y que falleció asfixiada por los gases lacrimógenos lanzados por los soldados israelíes.

Fuentes palestinas recordaban, entre otros casos, el de un segundo bebé que murió tiroteado por los colonos israelíes cuando viajaba en los brazos de su madre hacia un hospital cercano, donde intentaba llevar a la pequeña, que se encontraba enferma.

La decisión de Yasir Arafat de alejar a los niños de la Intifada coincide con una serie de encuentros que responsables de los servicios de seguridad palestinos e israelíes han venido celebrando en los últimos días en El Cairo para hacer descender la violencia en puntos concretos de los territorios autónomos. En el transcurso de una de estas negociaciones se han podido establecer dos alto el fuego: uno para el pueblo cristiano de Beit Yala, enfrentado desde hace varias semanas con la comunidad judía del barrio de Gilo, en Jerusalén. El otro alto el fuego trata de restablecer asimismo la calma en la ciudad de Jericó, en Cisjordania, donde se han venido produciendo enfrentamientos importantes, que culminaron hace pocos días con el bombardeo israelí de una academia de policía y el tiroteo desde helicópteros sobre tres plantas de un hotel de lujo, perteneciente a una cadena internacional, recientemente construido.

Todas estas medidas tienen como principal objetivo hacer descender la violencia en los territorios autónomos, en señal de buena voluntad antes de que el presidente palestino, Yasir Arafat, se encuentre el próximo jueves en la Casa Blanca con Bill Clinton.

Pero las decisiones adoptadas no parecen ser suficientes para lograr la calma total, según se desprende del llamamiento lanzado ayer desde Jerusalén por el primer ministro Ehud Barak, que pidió públicamente a todos los jefes de Estado que presionen al presidente palestino para que "haga cesar la violencia y evite acciones unilaterales".

"Mientras haya tiros, la violencia continuará. Es necesario que cese en todas partes", afirmaba, por su parte, el ex general Amnon Lipkin-Shahak, el presidente del Partido de Centro, uno de los artífices de los Acuerdos de Oslo y actual ministro de Turismo del Gobierno israelí.

El ex general comparte con su amigo el ministro Simon Peres la idea de que la "paz aún es posible" y que "hay que esperar aún algunos días para que se puedan aplicar sobre el terreno las consignas impartidas por Arafat contra la violencia".

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