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El gobernador de Tejas confiaba en su victoria en Florida para alcanzar la Casa Blanca

Enric González

Las pantallas de televisión anunciaron que Al Gore ganaba Florida, y un gemido colectivo de desilusión se extendió por la explanada del Capitolio de Tejas. No era más que una encuesta a pie de urna, y quedaba aún mucha noche por delante, pero la gente de George W. Bush se sintió vencida por un momento. Poco después, el recuento real volvía a dejar en suspenso Florida, donde es gobernador un miembro de la dinastía Bush, Jeb, hermano menor del candidato a la presidencia. Y estalló el júbilo. En Austin, el cuartel general de los republicanos, la noche fue una montaña rusa de emociones.

Tras el gemido de desilusión llegaban los alaridos de euforia y una letra coreada -"¡W, W, W!, la inicial distintiva del candidato republicano, George Walker Bush-, restablecía los ánimos. Un par de canciones de Ricky Martin o de Willy Nelson atronadas por los altavoces completaban el efecto. "La noche será larga; las cosas se decidirán en el oeste, y en el oeste ganaremos", dijo un portavoz.Austin, la capital de Tejas, se entregó a George W., su gobernador. Mientras el partido demócrata local celebraba una discreta fiesta en el hotel Hyatt, los republicanos tenían tomado el centro. Los vendedores de chapas y pegatinas habían hecho un buen negocio. "Cabrea a un liberal. Vota W", decía la que lucía una señora. "George W. Bush, el hombre que limpiará el Despacho Oval", proclamaba su marido en la solapa. La pareja no dudaba de la victoria de Bush. Pero, de forma un poco contradictoria, se quejaba del sistema electoral. "No puede ser que un candidato gane en número de votos y no llegue a la Casa Blanca", mascullaba el marido. "Eso", replicaba la señora, "no puede ser. Sería un escándalo".

Había que mantener el ánimo y confiar en los resultados del oeste, más decisivos que nunca. Pese a los cambios de humor, el ambiente en Austin no era tan exultante como el de la víspera, cuando George W. desembarcó de su avión electoral tras una larga jornada de cierre de campaña. En su último acto antes de la votación, el candidato republicano había proclamado su seguridad en la victoria. "Hemos ganado en el acelerón final", dijo. Y se presentó incluso como "el presidente de la reconciliación".

Anoche, Bush, que prefirió posponer una fiesta con una cuarentena de personas y encerrarse en la suite de hotel con los más intimos, limitándose a decir que había que esperar "hasta el último recuento de la última urna" para conocer el resultado.

Bush había concluido su campaña electoral con una carrera de resistencia por cinco Estados: salió temprano de Orlando (Florida) y celebró actos en Tennessee, Iowa, Wisconsin, Arkansas y Texas. Sus paradas en Tennessee, el Estado de su rival Al Gore, y en Arkansas, el Estado de Bill Clinton, fueron altamente simbólicas. En Chattanooga (Tennessee), el republicano subrayó que iba a arrasar en Tejas. "Gore, en cambio, perderá en su propio Estado. Puede ganar en Washington DC, la capital, pero no aquí", dijo, "donde mejor le conocen". Tennessee mostraba anoche unos resultados muy ajustados, pero las cadenas de televisión se lo otorgaban a Bush.

El gobernador de Tejas repitió, como casi cada día en las últimas semanas, que reconciliaría a demócratas y republicanos y que acabaría con "el cinismo" en Washington. Luego durmió unas horas, tres o cuatro, y votó ayer en el colegio ubicado en el tribunal de Travis County, en el centro de Austin. Como de costumbre, Bush se mostró simpático e ironizó sobre sí mismo. "¿Qué siente en el momento de depositar su voto?", le preguntó un periodista. "¡Uf! Eso es lo que pienso. ¡Uf!, esto se ha terminado por fin".

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Decenas de simpatizantes y curiosos se agolpaban en el colegio electoral, tras la doble barrera de los servicios de seguridad y las cámaras de televisión. Uno de quienes aplaudían era Juan Henrique, mexicano de California. "Me gusta Bush. Es muy gringo, pero es buen hombre y es honrado, y habla un poquito de español. Fíjese en que hasta el cielo vota por él: se acabó la sequía y tenemos lluvia".

Bush pasó el día en su domicilio, la residencia del gobernador, haciendo llamadas a emisoras de radio en las que pidió a sus simpatizantes que fueran a votar, y concediendo algunas entrevistas. Por la noche, cenó con la familia. Los Bush cenan juntos en las noches electorales, porque siempre hay algún miembro de la familia implicado en ellas: antes era el padre, ahora son George o su hermano, el gobernador de Florida. El ex presidente George Bush y su esposa Barbara se desplazaron a Austin para acompañar a su hijo.

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