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THE NEW YORK TIMES Pendientes de un hilo

El último día de la larga campaña presidencial nos trae el final de una extraordinaria odisea para el vicepresidente Al Gore y el gobernador George Bush. También concluye para la gente una exhaustiva competición de ideas y personalidades.Hace un año, ambos hombres eran conscientes del duro reto que les esperaba al ser elegidos candidatos, arrastrando a sus partidarios y machacándolos Estado por Estado hasta el final. Pero pocos predijeron que su lucha despertaría tantos sentimientos ambivalentes entre los votantes y que habría tantos Estados en liza hasta el último momento.

El gran resultado depende ahora de las decisiones de última hora de los votantes indecisos (...). La sorpresa es que Estados que deberían estar asegurados para cada candidato, están todavía en juego. (...). Una cosa en esta carrera se ha vuelto depresivamente predecible. Ha mostrado la necesidad de una reforma financiera de las formas de recaudación que (...) está llegando a más de 500 millones de dólares este año, el doble de lo que se gastaron los partidos en 1996.

La historia enseña que la seguridad y una genial personalidad son positivas para un presidente, pero no hay sustituto para la experiencia y el conocimiento en cuestiones de política nacional y diplomacia internacional. Éstas son las cualidades con las cuales los presidentes aseguran un futuro mejor a todos los ciudadanos. Si los estadounidenses se paran a pensar en la hondura de la preparación de Gore para el puesto que busca, el martes debería ser un día feliz para él y la nación.

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Nueva York, 6 de noviembre

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