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Una pila sin orillas

Rosario Jiménez y la inmigrante Silvia Pave, que dieron a luz juntas, bautizan a sus bebés en Tarifa

Tereixa Constenla

Daniel y Prince Junior nacieron en el hospital Punta de Europa, de Algeciras (Cádiz), con 15 días de diferencia. Que la tarifeña Rosario Jiménez Domínguez diese a luz a su segundo hijo en ese centro era previsible, pero que coincidiese con el parto de Silvia Pave, una inmigrante de Sierra Leona, de 26 años, es fruto del azar. Un encuentro inesperado que les ha alterado la vida. Los dos bebés, uno blanco y otro negro, se bautizaron ayer en la iglesia de San Mateo, de Tarifa, en una ceremonia repleta de simbolismo solidario, que acabaría emocionando a ambas madres hasta la lágrima.Silvia Pave estudiaba Económicas en Freetown, la capital de Sierra Leona. Sus razones para abandonar el país africano son similares a las de sus compatriotas: "Hay muchos problemas, todo el mundo sabe que hay guerra". La huida hacia el norte para saltar a Europa le pareció la única salida para sobrevivir posible.

Rosario Jiménez, una de las cuatro hijas de un matrimonio de Tarifa que se ha esmerado en educarlas con mente abierta y el espíritu generoso, gestiona uno de los primeros cámping montados en el Campo de Gibraltar. Tiene una hija, Alba, de dos años, un marido escocés, un cuñado cubano y otro marroquí. "Ver las fiestas en mi casa es un número", dice.

Salvar el Estrecho para acceder a Europa era el único objetivo fijado en la mente de Pave: "No esperaba encontrar nada aquí, llegar era lo primero". Lo logró, con la carga añadida de un embarazo de ocho meses. Habla con parquedad sobre sus vivencias anteriores, como si las hubiera enterrado bajo una losa, incluidos los allegados cuyo destino desconoce. "Ahora tengo una nueva familia, que me quiere mucho, y un hijo", zanja.

Después de cruzar cuatro conversaciones en inglés, Rosario Jiménez le rogó a las enfermeras que la cambiaran de cuarto para compartir habitación con la africana. "Hablamos mucho y surgió una amistad", recuerda. La española dio a luz a Daniel el 4 de julio. Silvia se ocupó del bebé mientras su madre se recuperaba de una cesárea. Cuando recibió el alta hospitalaria, le dejó una tarjeta a la inmigrante y el compromiso de que la telefoneara si la necesitaba.

Prince Junior nació el 17 de julio. Su madre había logrado huir de la violencia de Sierra Leona, pero fuera del hospital, reaparecía la mera lucha de subsistencia: "No tenía dónde ir, así que la llamé". Rosario Jiménez no dudó ni un minuto en acoger a madre e hijo en su casa de Tarifa, donde permanecen desde hace más de tres meses: "Si no se hubieran quedado en la calle".

En este tiempo, Silvia ha conseguido defenderse en español y ha trabado sus propias amistades, como los nigerianos Samuel Adisaglon y Prince John, que ayer acudieron al bautizo desde Algeciras junto a otros inmigrantes, que frecuentan un centro religioso (la Iglesia de la Comunidad Internacional) abierto desde hace dos meses.

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Para regularizar la situación de Silvia Pave, su familia de acogida ha contactado con una oficina de Sierra Leona en Barcelona para pedirle que acredite su nacionalidad aunque, al carecer de rango diplomático, no podrán expedirle un pasaporte. El documento le servirá, en cualquier caso, para obtener una cédula de inscripción de la Policía y, con ella, el permiso de residencia.

A Prince Junior lo apadrinaron ayer José Jiménez y Rosario Domínguez, los padres de Rosario. "Era como una obligación moral y de todo", comentaba el padrino al finalizar el oficio religioso. El cura no sabía si llamar al bebé Prince o Junior.

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Sobre la firma

Tereixa Constenla
Corresponsal de EL PAÍS en Portugal desde julio de 2021. En los últimos años ha sido jefa de sección en Cultura, redactora en Babelia y reportera de temas sociales en Andalucía en EL PAÍS y en el diario IDEAL. Es autora de 'Cuaderno de urgencias', un libro de amor y duelo, y 'Abril es un país', sobre la Revolución de los Claveles.

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