El barco de los conflictos
Ocho polizones se labran un futuro mientras la tripulación espera cobrar sus salarios
Unos cursan estudios en la enseñanza obligatoria y otros aprenden un oficio. Son 21 los menores inmigrantes que se encuentran bajo la tutela de la institución foral. Ocho de ellos llegaron a Guipúzcoa como polizones en el Unity XI, el barco en el que viajaron de forma ilegal un total de 46 personas. Los menores lograron quedarse en España al no ser reclamados por sus familiares. Los adolescentes, de entre 14 y 17 años, se encuentran viviendo en un piso en Irún y en una residencia en Martutene y haciendo una vida muy diferente a la que habían previsto cuando se subieron al carguero.Llegaron en el mes de agosto en el mercante Unity XI y desde entonces asisten a clases de castellano para poder entablar relaciones y estudiar en lengua española. Para muchos de ellos ha comenzado una vida similar a la de muchos adolescentes vascos: practican deporte, asisten a clases y poseen un lugar para dormir sin tener, dicen, que pasar horas y horas trabajando bajo los plásticos de los invernaderos de Andalucía. Cuando llegaron a Pasajes muchos creían que habían llegado a las costas andaluzas. Siete de los menores son marroquíes y uno, argelino. Subieron al barco en Casablanca (Marruecos) junto a 36 adultos más y saltaron al agua cuando el barco se encontraba casi a dos millas del puerto de Pasajes.
Ahora se benefician de un programa que hace tres años puso en marcha la Diputación de Guipúzcoa en colaboración con Cruz Roja. Ello ha posibilitado que desde 1996 cerca de 200 menores que carecían de documentación legal para permanecer en España hayan estado bajo la tutela de la institución foral. Algunos lograron legalizar su situación antes de alcanzar la mayoría de edad y se trasladaron al sur a trabajar. En la residencia de Martutene los menores tienen un seguimiento individualizado y reciben la formación necesaria para poder desempeñar un oficio.
En uno de los muelles de Pasajes permanece amarrado el Unity XI con su tripulación a bordo. Viven de la caridad y de las ayudas de Cruz Roja. La empresa armadora adeuda a la tripulación -cuatro ucranios, un ruso y cuatro marroquíes- más de 12 millones de pesetas en salarios, y ahora estos esperan que el sindicato Internacional de Transporte Federation realice las gestiones necesarias para que puedan cobrar, siempre que el buque sea subastado o vendido
El capitán Mykhailo Zholnyrenko, de 42 años, y los oficiales Igor Krasnyukov, de 33 años; Volodymyr, de 61 años; Igor Bozhko, de 41, y Olexsandr Demchenko, de 42 años, se han visto además envueltos en un proceso judicial del que fueron absueltos por un delito de tráfico de inmigrantes.
Pasan las horas en cubierta o en los camarotes. Tienen miedo a que se eche el frió encima porque carecen de combustible y todos los alimentos que reciben proceden de vecinos de Pasaia o de la Cruz Roja. Mientras, el barco no puede zarpar hasta que abone las cantidades debidas al puerto.
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