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Un atleta con el colesterol alto

Al Gore hace cada día 150 flexiones y 100 abdominales, corre varios kilómetros seis días a la semana y practica montañismo y escalada con frecuencia. No es extraño, pues, que no aparente los 52 años que tiene y que no se haya ausentado del trabajo por razón de enfermedad ni un solo día en los ocho años en que ha trabajado en la Casa Blanca.A diferencia de George W. Bush, que, incluso en plena recta final hacia la Casa Blanca, necesita siestas y jornadas de descanso, como el que se tomó el domingo en su rancho de Tejas, Gore es un atleta.

El vicepresidente se ha entrenado físicamente durante los últimos dos años para lo que inició ayer: un extenuante maratón a través de Estados Unidos. Aprovechando las diferencias horarias, Gore viaja de día desde el este hacia el oeste del país y por la noche efectúa el camino inverso.

Gore fumaba un paquete de cigarrillos diario en sus años de estudiante de universidad en Harvard, pero lo dejó a tiempo. Combate el estrés comiéndose las uñas y con música y oración. Sus condiciones físicas para asumir la presidencia son "óptimas", según ha informado al periódico The New York Times su médico personal, Richard Tubb. Su único problema es un alto nivel de colesterol (231 en el conteo general y 157 en el del colesterol malo), debido a que comparte con sus compatriotas una alimentación basada en el exceso de carnes, huevos, productos lácteos y salsas.

La longevidad parece un elemento de su herencia familiar. Su padre, el senador por Tennessee Albert Gore, falleció en 1998 a los 90 años de edad, probablemente como consecuencia del mal de Alzheimer. O sea, también en el aspecto físico Gore parece más preparado para el Despacho Oval que su rival republicano. Pero ni tan siquiera este argumento inclina la balanza a su favor.

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