Polémica en Holanda por los colegios con más de un 70% de inmigrantes
Los alumnos de las escuelas-gueto padecen grandes problemas educativos
El término escuela negra no se considera políticamente incorrecto en Holanda. Es el nombre con el que se llama a los colegios de primaria en los que al menos el 70% de los alumnos no es de origen holandés. Pero, aunque la denominación carece de toda connotación racista, suele ser sinónimo de calidad baja y estudiantes problemáticos. Las madres de los alumnos de una de estas escuelas-gueto han conseguido que se cierre el centro y que se reparta a sus hijos por escuelas blancas.
Colegios-gueto
Procedentes en su mayoría de familias turcas, el principal problema al que tienen que hacer frente los alumnos es el del aprendizaje del idioma. A menudo los niños continúan comunicándose con sus compañeros de clase, casi siempre también sus vecinos, en la misma lengua que utilizan en casa. En poco tiempo están más retrasados que los holandeses de sus mismas edades y a medio plazo sufren graves problemas de integración.Unas consecuencias que las madres del colegio De Kamaleon, situado en la localidad de Deventer, han hecho todo lo posible por evitar. Con sus protestas han logrado que se cerrara la escuela, que sus hijos sean dispersados por los colegios blancos de la ciudad y que se haya abierto la discusión sobre la existencia de este tipo de escuelas.
A principios de este curso, De Kamaleon tenía 47 alumnos: 46 eran de origen turco y un chino y, según ha explicado en un modesto holandés Kifayet Akdag, una madre de 29 años, "todos hablan con graves dificultades la lengua del país en el que han nacido, Holanda". Al igual que el resto de los padres, Akdag enviaba a sus hijas a la escuela negra porque era la única que existía en su barrio, una zona construida tras la II Guerra Mundial en la que un tercio de los 2.400 habitantes son turcos, y los únicos holandeses que viven en los alrededores son ancianos o estudiantes sin hijos en edad escolar.
Junto con otras madres, comenzó hace unas semanas una fuerte campaña, que incluyó amenazas de huelga de hambre, para lograr que el Ayuntamiento y el colegio impidieran que sus hijos se convirtieran en víctimas del sistema.
"Si nuestros niños no tienen compañeros autóctonos, las autoridades tienen que ocuparse de su transporte a las escuelas blancas", fue el mensaje enviado por las madres. Desde hace unos días, autobuses pagados por el Ayuntamiento recogen a los niños cada mañana y los llevan a sus nuevos colegios.
El problema de los colegios-gueto es un fenómeno conocido desde hace años en Holanda, un país en el que a las grandes oleadas de mano de obra barata de mediados de los años sesenta se unieron los inmigrantes de las antiguas colonias americanas algunos años después.Ya en los años ochenta, la localidad de Gouda aprobó una política de dispersión de los estudiantes extranjeros que continuó hasta mediados de la década pasada. El sistema, que marcaba un máximo de un 25% de alumnos extranjeros por colegio, terminó fracasando por las dificultades que ponían las escuelas blancas para aumentar la cuota de extranjeros y por la oposición de los padres a tener que enviar a los niños en autobús desde edades muy tempranas.
La discusión, agravada en los últimos años, llevó a otros ayuntamientos como el de la ciudad de Amersfoort a crear el curso pasado la figura de un funcionario especial que, actuando de mediador entre padres, autoridades locales y escuelas, se ocupa de que los estudiantes se "mezclen". Una medida que trata de romper con la tendencia de los padres a enviar a sus hijos a la escuela más cercana.
El Instituto de Desarrollo Multicultural ha lanzado una llamada de alerta sobre el riesgo de que dentro de cinco años sólo existan en Holanda "escuelas blancas y negras". Entre 1985 y 1995, el número de escuelas negras se cuadruplicó y en los dos últimos dos años ha aumentado un 10%.
Peores resultados
Los resultados que obtienen los alumnos de las llamadas escuelas negras son, en general, peores que los de los holandeses de las mismas edades. Una investigación realizada por inspectores de educación reveló que el porcentaje de niños con conocimientos "insuficientes" es, en estos centros, hasta siete veces superior al de las escuelas blancas. El problema del idioma juega un papel importante: los escolares de 10 años de origen extranjero tienen un nivel de holandés semejante al de sus compañeros autóctonos de ocho años.
Entre los extranjeros, el número de alumnos que abandona la escuela sin terminarla es hasta cuatro veces más alto. Al problema de la lengua y de las diferencias culturales hay que unir la fuga de maestros de los últimos años. En un mercado laboral que permite escoger entre decenas de puestos de trabajo, la mayoría de los profesores optan por escuelas blancas, que se encuentran a menudo más cerca de sus casas y son mucho menos problemáticas.
El Ministerio de Educación ha destinado este año 4.000 millones de pesetas para hacer frente al problema en las cuatro grandes ciudades: Amsterdam, La Haya, Utrecht y Rotterdam. Inspectores de educación harán seguimientos detallados, junto a los ayuntamientos, para buscar soluciones concretas a cada caso.
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