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En el filo de la vida

José Antonio Galván lleva 26 años trabajando en una UCI y ha escrito un manual para urgencias pediátricas

De niño se metía debajo de la cama con su primo a leer y ver "los santos" de los libros de Obstetricia y Ginecología que, siempre aprovechando algún descuido, le cogía a la familia norteamericana que tenían de vecinos en casa. Y a los 16 años se coló en la sala de partos de la clínica La Esperanza. Allí asistió en directo, disimulado tras una mascarilla, a lo que todavía recuerda hoy, 31 años después, "como una carnicería". Aquello le marcó tanto que decidió dedicar su vida a trabajar en un hospital; y se prometió ser enfermero.José Antonio Galván (Sevilla, 1953) dejó entonces los estudios -estudiaba quinto de bachillerato- y se ofreció voluntario al hospital de las Cinco Llagas, hoy sede del Parlamento de Andalucía; "para aprender", comenta. "Esto ocurría un jueves y el sábado por la noche ya me dejaron solo haciendo guardia en una sala con 30 enfermos. El celador fue quien me ayudó a decidir qué medicación le dábamos a cada uno", recuerda ahora Galván, algo asustado, al rememorar aquella experiencia. Pero no se arredró y siguió dos años más haciendo prácticas, de forma desinteresada, hasta que aprobó, al tercer intento, la oposición para enfermero.

Este hombre apasionado, muy nervioso, al que le gusta la montaña, hacer fotos (con las que ha ganado varios premios), la jardinería, cultivar una huerta que tiene en la Sierra de Aracena, viajar... trabaja desde hace 25 años en la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) del hospital infantil del complejo hospitalario Virgen del Rocío. Y, por si esto fuera poco, ha escrito un libro: Manual de urgencias para enfermería pediátrica. "No lo he escrito solo, me han ayudado ocho compañeros", precisa. En cualquier caso, los tres años empleados en recopilar lo que Galván promete en su título, "merece la pena", según el testimonio de otros muchos compañeros.

Lo que de una forma clara y precisa pretende este impenitente servidor de los demás exponer en su libro son los pasos a seguir cuando llega un niño a la UCI, y, sin tiempo material para atenderle, se ha de actuar. Cada patología reseñada en esas páginas -con formato de libreta y, por consiguiente, fácilmente maneja-ble- va acompañada de una descripción sucinta del origen y las causas más comunes de la misma. También hace una valoración de los síntomas, y, en un cuarto apartado, se establecen los cuidados más urgentes que hay que darle a estos enfermos. "No estamos obligados a saberlo todo. Muchos compañeros, cuando llegan a una UCI pediátrica por primera vez, no saben que un neonato, lactante o preescolar, que en ningún caso tendrá más de siete años ni más de 20 kilos de peso, tiene unas reacciones y comportamiento muy distintas de los adultos", aclara.

A Galván le gusta ser enfermero porque eso le permite estar cerca de los pacientes. "A veces, antes de acostarme, llamo para ver cómo sigue un niño al que he atendido por la mañana", dice. "Lloramos cuando se produce una pérdida y nos alegramos como nadie cuando se supera una situación crítica", añade.

Inquieto, correturnos, colaborador en múltiples actividades, José Antonio Galván es también un gran aficionado al atletismo. Durante ocho años ha estado corriendo entre 16 y 20 kilómetros diarios. Ha participado en seis maratones (3h 04m, es su mejor marca) y en innumerables carreras populares. Casado y padre de dos hijos, asegura que su familia le quiere como es. Por lo demás, ahora hace fotos de todos los campanarios que se encuentra y reniega -"menos mal", recalca él mismo- del fútbol y de la televisión.

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