"El Gobierno es partidario de un euro fuerte"
Esta semana se ha desarrollado en el Congreso el debate de los Presupuestos en el que, por primera vez desde que gobierna el PP, no ha intervenido Rodrigo Rato. Al vicepresidente segundo y ministro de Economía le ha sustituido su colega de Hacienda, Cristóbal Montoro, lo que para Rato no es más que fruto de "un reparto del trabajo".Pregunta. ¿Perder la llave del Presupuesto significa ceder poder?
Respuesta. Quienes elaboran el Presupuesto tienen una gran responsabilidad, aunque no sé si a esto hay que llamarlo poder o no. Pero cuando uno toma la decisión de no estar ahí, lo hace con todas sus consecuencias.
P. ¿De quién fue la idea de dividir Economía y Hacienda?
R. Mía.
P. ¿Y por qué?
R. Por un lado, el Ministerio de Industria desaparecía y había competencias que tenían que pasar a otros ministerios económicos. Yo entendía que en esta segunda legislatura la política de la competencia y la europea iban a requerir un muy considerable esfuerzo y el tiempo me ha dado rápidamente la razón. Me parecía en ese sentido que podíamos repartirnos el trabajo y que Cristóbal Montoro, con quien he colaborado desde 1993, era la persona adecuada.
P. Pero más que un problema de personas, lo que da es la sensación es de que se ha perdido coordinación.
R. ¡Sensaciones! Las sensaciones son difíciles de medir. Son subjetivas, por definición. Pero yo, como vicepresidente encargado de la política económica, no percibo que se haya perdido capacidad de coordinación. Todo lo contrario.
P. Otra sensación es que el Gobierno no pone en marcha nuevas ideas, que se limita a gestionar.
R. En poco menos de cuatro meses hemos sentado las bases para la desaparición de los monopolios energéticos en este país; les hemos limitado su crecimiento; hemos puesto en marcha medidas liberalizadoras para otros muchos sectores; hemos aprobado un Presupuesto con déficit cero... Y todo esto, además, en un contexto de aumento de la incertidumbre mundial, que el Gobierno está bandeando con suficiente capacidad. Llamar a esto gestión... ¡Será con mayúsculas!
P. Lo llamaremos "bandear"...
R. Bueno, pues "bandear" manteniendo un crecimiento de la economía del 4% este año, que será ya el cuarto en que estemos a ese nivel, no está mal, ¿verdad? Ahora se trata de ver qué vamos hacer el año 2001 y yo creo que el crecimiento se va a mover también en cifras razonables, habida cuenta de que la crisis del petróleo ha ido consolidándose con más fuerza de lo que podíamos sospechar.
P. ¿Vienen tiempos peores?
R. Pues todo es relativo. ¿Peores que los primeros seis meses del año 2000 en términos de crecimiento? Pues sí, vienen tiempos menos buenos, pero no peores. ¿Vienen tiempos mejores que en el año 1995? Pues sí, vienen tiempos mejores que en el año 1995. Es verdad que el año 2001 es más incierto, pero sin catastrofismos ¿eh?
P. ¿Cuáles son los elementos de esa incertidumbre?
R. Está muy centrada en el precio del petróleo, aunque también hay elementos positivos. Por un lado, el crecimiento económico en los países europeos es muy robusto, mucho mejor que lo era en el año 1999. En cuanto a la inflación, hay que descontar lo que es obligatorio descontar: el efecto del rapidísimo alza del precio del petróleo. Después, es indudable que se está produciendo un fenómeno de inestabilidad del euro que claramente no responde a los fundamentos de las economías europeas.
P. ¿Prefiere un euro fuerte o débil?
R. El Gobierno de España es partidario de una moneda fuerte. Creemos que hay cierta irresponsabilidad en las declaraciones de algunos líderes europeos sobre esta cuestión. Si queremos realmente ir a un marco económico de la nueva economía, hay que tener unas cuentas públicas equilibradas, una política de liberalización amplia y total y una política de estabilidad cambiaria y de monedas fuertes.
P. ¿Por qué se hunde el euro?
R. La evolución del euro, como la de todas las monedas del mundo, no es ya una cuestión de fundamentos económicos en exclusiva, sino de flujos financieros. Es algo a lo que nos tenemos que acostumbrar. Las monedas ya no sólo valen por las economías que representan, sino por la cantidad de gente que las compra y las vende. Y ahí hay muchas cosas nuevas que están pasando. Algunas incluso consecuencia del propio éxito del euro. España es un buen ejemplo. Nuestro país se ha convertido en el sexto inversor mundial. Eso quiere decir que hay un montón de gente española que está comprando activos, muchos de ellos en dólares, y pagándolos con euros o con pesetas. Hay una operación en marcha por valor de 5.000 millones de dólares que casi equivale a la última intervención de los tres grandes bancos centrales.
P. ¿No ha valido para nada esa intervención?
R. No, no es eso. Es que vivimos en un mundo distinto ¿Por qué la gente va a Estados Unidos a comprar? Por varios motivos. Uno, porque puede. Antes, una empresa española no se podía plantear endeudarse en el mercado internacional a 15 años en pesetas, porque no conseguía financiación. Hoy lo puede hacer al cinco y pico por ciento. En segundo lugar, no cabe duda de que una economía como la estadounidense, que ha estado creciendo al 5%, ha sido muy atractiva. Los últimos datos indican, sin embargo, un cambio que puede suponer un ritmo más similiar al europeo. Además, los europeos hemos de ser conscientes de que una moneda que no se toca, es una moneda complicada de entender.
P. ¿Endeble?
R. Yo antes he tomado un café con ustedes y lo he pagado en pesetas. El día en que lo paguemos en euros será otra cosa. Aun así no debemos perder de vista algunas cuestiones. Por ejemplo, ¿qué habría pasado en Europa con 12 monedas distintas en la crisis financiera de 1998-1999? Pensemos ahora que Europa tiene un tipo de interés oficial del 4,75% en mitad de la crisis del petróleo más importante de los últimos 10 años. ¿Realmente en España podemos creer que es una mala situación tener unos tipos de interés del 4,75% con una crisis del petróleo como la que estamos viviendo? Dicho esto, insisto en que el euro está en una situación que no nos gusta.
P. Pero nadie está contribuyendo a que esa situación se despeje.
R. ¿Qué se puede hacer? Pues varias cosas que no se están haciendo. Es un grave error que los grandes países hayan frenado su reducción del déficit público. Es meterme en política interna, pero tengo que decir que es un error serio. Creo que es un error que la Cumbre de Lisboa no se esté ya convirtiendo en un calendario de reformas estructurales y exigentes. Esto es lo que los Gobiernos pueden hacer y no hacen. Es un error que cada vez que hablamos del mercado laboral en las reuniones europeas, algunos países lo impidan. Europa, con una tasa de desempleo estructural del 9%, compite mal con un país con una tasa de desempleo estructural del 5% [EE UU]. Todo esto parece que es tabú para algunos de nuestros colegas europeos y lo estamos pagando caro en términos de credibilidad.
P. ¿Y Wim Duisenberg [el presidente del BCE]?
R. No voy a hacer juicios de ningún tipo sobre el BCE.
P. ¿No cree que al euro le vendría muy bien un Alan Greenspan [el presidente de la Reserva Federal de EE UU], por ejemplo?
R. ... No estoy de acuerdo en que los problemas del euro se puedan simplificar y personalizar. Me parecería una salida fácil al problema. El BCE está aplicando una política monetaria razonable. Todavía en tipos de interés reales no se puede decir que sea una política muy restrictiva, pero sí razonable. Respecto de la cotización del euro, no es sólo resultado de las declaraciones del presidente del BCE, es que cuando un responsable máximo de un Gobierno europeo dice que a él le parece estupendo que la moneda sea débil..., pues ya está, no hace falta ir a llorar a ningún otro sitio.
P. ¿Lo que falla es la política europea?
R. Falla una definición de política económica más acorde con el desafío de aumentar la capacidad de crecimiento. ¿Por qué hay flujos crecientes hacia Estados Unidos? No cabe duda de que con 180.000 millones de dólares en activos financieros americanos comprados por europeos en el primer semestre de este año..., eso es un montón de gente comprando dólares. Es una cifra espectacular.
P. ¿Saldremos de este túnel?
R. No es para tanto. Pensemos que las economías europeas están creciendo al 3%, con una inflación del 2,8% en plena crisis del petróleo, cuyo precio ha aumentado un 300%. La economía europea es muy robusta.
P. Sí pero antes del euro el dólar nos costaba 150 pesetas y ahora ya pasa las 200. ¡A ver cómo convence usted a la gente!
R. Vale. Hoy un ciudadano español paga 50 pesetas más para comprar un dólar. De acuerdo. Pero también ese ciudadano sabe que hoy tiene unos tipos de interés más baratos cuando se compra una casa o cuando invierte en una máquina si es empresario. Sabe que la economía española ni ha pestañeado con una crisis financiera en el año 1998 y con una crisis del petróleo como la de este año. Al ciudadano español no le gusta que la moneda esté débil. Tiene toda la razón. Pero sabe que hay otras cosas que están pasando, que son las duraderas, y que demuestran que la moneda vale la pena.
P. ¿Estamos preparados para usar euros?
R. Efectivamente, se acerca la hora de la verdad. Dentro de poco más de un año menejaremos euros y los españoles sólo tenemos que aprender una cosa muy sencilla: seis euros son 1.000 pesetas. No hay que pensar mucho más. Y 6.000 euros son un millón de pesetas. El Gobierno se va a concentrar en ese mensaje. Estamos trabajando en que desde principios del 2002 se puedan recibir euros a cambio de pesetas en todo tipo de transacciones. También nos estamos centrando en las pequeñas empresas y en algunos colectivos como los mayores o los discapacitados.
P. Ha mencionado la reforma laboral. ¿Qué hay que hacer en España?
R. Hay que abordar una modernización del mercado laboral. Hemos visto que un contrato estable, bien diseñado, puede hacer que aumente la contratación fija y que empiece a disminuir -demasiado lentamente, es cierto- la temporal. Tenemos que mejorar ese contrato estable y extenderlo a todos los colectivos posibles. Y tenemos que hacer que las causas de la temporalidad sean cada vez más claras para evitar abusos en esa dirección. Tenemos que ser conscientes de que el contrato a tiempo parcial no funciona bien del todo y que necesitamos uno más fácil de aplicar y con menos incertidumbres. Y tenemos que tener una negociación colectiva que incentive fórmulas de salario diferido. El Gobierno cree que los interlocutores sociales son capaces de alcanzar acuerdos, porque han demostrado que tienen un alto grado de madurez. Pero también sabe que son reformas que hay que hacer. Y por lo tanto estamos en que se haga.
P. ¿Quiere decir que si no hay acuerdo el Gobierno decidirá?
R. Creo que va a haber acuerdos entre empresarios y sindicatos y nosotros queremos que los haya, pero el Gobierno tiene una responsabilidad final.
P. ¿Va a rebajar las cotizaciones sociales?
R. Tiene que ser una rebaja selectiva porque hay empleos que por su nivel de cualificación no necesitan incentivos. En España ya hay sectores económicos y zonas del país con pleno empleo masculino. Más de una y más de dos. Hay que enfrentarse al problema de la movilidad geográfica, donde el Gobierno puede hacer cosas importantes, por ejemplo, en el acceso a la vivienda en alquiler. No podemos aceptar una España de dos velocidades en términos de empleo.
P. ¿Bajar impuestos es de izquierdas?
R. Bajar impuestos es de quien lo hace. A mí no me vale de nada que vengan [los socialistas] aquí [el Congreso] a denunciar que el déficit público es una cuestión contable para después decir que se pueden bajar los impuestos. El que no reduce el déficit público no baja los impuestos. Eso es el carro y los bueyes.
P. ¿Y cuándo van a volver a bajar ustedes el IRPF?
R. En esta legislatura y cuando haya superávit presupuestario.
P. ¿Cree que el PSOE bajará los impuestos cuando gobierne?
R. No.
P. El hecho de que no revise su objetivo de inflación para este año y que haya muchas dudas sobre el 2% previsto para 2001, ¿no puede indicar que el Gobierno está superado por la situación?
R. Sobre inflación es evidente que el Gobierno no puede estar satisfecho y acepta las críticas. Lo que pasa es que en estos momentos hay que hacer dos consideraciones. Primero, que el objetivo de inflación no lo fijan los Gobiernos sino el BCE y lo que hay que hacer es acomodar la política económica y presupuestaria. ¿Cuáles son las responsabilidades del Gobierno? Por ejemplo, conseguir que el sector servicios aumente su capacidad de competir. En estos momentos estoy satisfecho con el ritmo de liberalización en el sector de las telecomunicaciones o en el sector eléctrico, aunque tenemos que continuar. Pero hay otros sectores, con gran capacidad de resistencia, donde es más complejo, porque no es sólo cuestión de liberalizar, sino que se mezclan otros factores. Por ejemplo, los horarios comerciales, los libros de texto, las ITV, la Ley de Enjuiciamiento Civil...
P. Y, mientras, las petroleras siguen subiendo los precios de gasolinas y gasóleos; la última, esta semana. ¿No teme que se pueda reabrir el conflicto con los sectores más afectados?
R. El Gobierno está especialmente vigilante para que no se produzcan subidas injustificadas o por encima de la media europea. Después de esta última subida y comparando con los precios sin impuestos a 23 de octubre pasado en la Unión Europea, el precio en España está en torno a una peseta por litro por debajo de la media, tanto en gasolina sin plomo como en gasóleo de automoción. El Gobierno, además, hará todo lo necesario para que en el momento en que baje el precio del barril repercuta rápidamente en los precios al consumidor.
P. Parece que se reabre el conflicto con los sectores afectados...
R. Respecto a la negociación con estos sectores, les diré que la posibilidad de esta última subida ya estaba contemplada. Además, según ha dicho la propia empresa [Repsol], la subida en el gasóleo agrícola no afectará al que se vende en las cooperativas, que es el que compra el 90% de los agricultores.
P. ¿Se equivocó con la subasta de licencias de móviles UMTS?
R. No. Tú te equivocas cuando pierdes el control de la situación, y no ha sido así. Éste es un debate en términos financieros. A Italia le ha ido muy mal con el sistema que ha elegido...
P. ¡Pues ha logrado dos billones y aquí 86.000 millones!
R. ¡No, no, no! ¡La Hacienda pública española ha sacado 160.000 millones todos los años! Es bueno que se sepa que lo de Alemania, por ejemplo, es un crédito fiscal. Es decir, las empresas no van a pagar impuestos hasta que recuperen todo lo que han dado. Han puesto el dinero por delante. Pero nosotros lo que hemos hecho es que, además de pagar sus impuestos normales, las empresas van a pagar una tasa. Y, además, aquí están obligadas a cubrir todo el territorio nacional mientras que en Inglaterra, por ejemplo, sólo el 20%. La sociedad española no ha perdido nada.
P. Entonces ¿no tienen futuro, a su juicio, los recursos que están preparando las adjudicatarias?
R. A mí no me han planteado todavía ningún recurso. Los recursos se elevan a los tribunales y ellos tendrán que pronunciarse. Ahora bien, los impuestos los aprueban las Cortes y son las que los determinan. Luego, los ciudadanos pueden cambiar su voto si no están de acuerdo.
P. ¿Va a cambiar el Gobierno la golden share o acción de oro antes de que venza?
R. No. Dado el grado de privatizaciones y de liberalizaciones en Europa, a lo que no estamos dispuestos es a que empresas monopolísticas públicas de otros países puedan comprar nuestras empresas privatizadas. Por lo menos, sin que podamos opinar. Mientras que la Comisión Europea no me dé garantías al respecto, no me puede pedir que acabe con mi acción de oro. Lo que la Comisión debe exigir a todo el mundo es que acabe con los monopolios y cumpla las directivas energéticas y cuando sea capaz de conseguir eso podremos hablar de lo demás. Mientras, no sé por qué se tiene que meter con quienes estamos liberalizando.
P. ¿Cuál es el balance de los nombramientos que el Gobierno ha hecho en las empresas públicas? ¿Está usted satisfecho?
R. El Gobierno tomó unas decisiones a las que tenía derecho para poner a unas personas al frente de unas empresas con mayoría pública. Habría que pedirle cuentas al Gobierno si esas empresas no respondieran a los intereses de sus accionistas, no sobre si esas personas eran o no conocidas por el Gobierno..., porque la teoría esta de que a todo el que es conocido del Gobierno hay que anatemizarlo es de lo más peculiar. Además, para elegirles les tendrá que conocer, digo yo. No lo entiendo, la verdad.
P. Pongamos el ejemplo Villalonga [Juan Villalonga, el ex presidente de Telefónica]. ¿Le han echado los accionistas?
R. Lo que ha habido es un acuerdo del consejo de administración de Telefónica. Me remito a los hechos.
P. ¿Y no sería mejor nombrar a personas independientes para puestos como el del Banco de España, la CNMV o el Tribunal de Defensa de la Competencia?
R. El hecho de que sean personas conocidas por miembros del Gobierno no significa que no sean independientes. Lo que no podemos hacer es medir la calidad de las personas por una cuestión de afinidades. ¡Hombre!, un poquito de respeto.
P. Desde el punto de vista de la competencia ¿Qué problemas plantea la fusión Endesa-Iberdrola?
R. Una cosa importante que hemos hecho es que no sólo hemos elevado el grado de competencia y hemos puesto condiciones a las fusiones que la podían vulnerar, sino que hemos fijado públicamente, y en algunos casos mediante ley, los criterios que en España hasta ahora eran desconocidos. Por lo tanto, cuando se plantea una fusión, el Gobierno no va a sorprender a nadie, las compañías saben perfectamente cuál va a ser la posición del Gobierno. Por eso, antes de plantear la operación, ya nos dicen en qué van a desinvertir.
P. No se entiende bien por qué es mejor la fusión Endesa-Iberdrola que la de Gas Natural.
R. Yo no soy el que debe responder. Pregúnteselo a los consejos de administración, que son responsables ante los accionistas. El Gobierno es independiente y quiere que los demás sean independientes también. Porque da la sensación de que hay gente que quiere que el Gobierno se meta donde no debe. El Gobierno no tiene que hacer ninguna valoración sobre una determinada oferta pública.
P. ¿Pero usted no ha recomendado que Repsol negocie con Iberdrola la compra de activos para crear una empresa eléctrica a partir de Gas Natural?
R. Yo no he recomendado nada. Toda esta operación, si se acaba produciendo, va a pasar obligatoriamente por los servicios de la Competencia y por el Tribunal de la Competencia y lo que tenga que opinar el Gobierno lo hará ahí.
P. ¿No le han consultado?
R. No. Han hablado conmigo como hace mucha gente. Y yo lo único que les digo es: ya saben cuál es la posición del Gobierno y tomen sus decisiones bajo su responsabilidad. Ésta no es una operación que el Gobierno haya planteado.
P. Entonces ¿cómo se explica que se haya colocado al señor Pizarro como futuro presidente?
R. No tengo ni idea. Pregúntenle al consejo de administración que lo ha decidido.
P. Y para terminar, ¿cree que Aznar [el presidente del Gobierno, José María Aznar] se va a ir cuando acabe esta legislatura, como ha dicho?
R. Creo que no debería.
P. Esto es tirar piedras contra su propio tejado. ¿Es que no va a ser usted candidato?
R. No, no me lo planteo. Mi candidato es Aznar.
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