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Tribuna
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El euro

En la primavera de 1985, cuando estaba el dólar a menos de 186 pesetas, compré una manzana golden en una frutería de Lexington Avenue y me cobraron 500 pesetas. Hoy, un par de peras podrían costar 2.000. De repente todo lo norteamericano que fue en un tiempo inalcanzable recupera la mitología de la riqueza, pero hoy el complejo es mayor. Habíamos confiado en que con la Unión Europea se lograría una entidad de talla equiparable a Estados Unidos y, sin embargo, la insignia que la representa, precisamente su "divisa", no hace sino apocarse. Durante los últimos 20 años, cada vez que se han celebrado elecciones en Estados Unidos -con Reagan (dos), con Busch o con Clinton- el dólar se ha revalorizado entre un 20% y un 30%. El fenómeno se repite ahora pero no ya ante una solitaria peseta sino ante el grupo monetario de 15 países, y no sólo en el entorno de los mismos comicios electorales sino a lo largo de la entera vigencia de la divisa común.

En realidad, en esta moneda ha coincidido su energía con su desfallecimento, y su emergencia con una decadencia fatal. Parece que el euro posea una suerte de fuerza invertida o magnetismo interior que debilita las fuerzas concurrentes y logra hacer del todo una suma inferior a las partes. Le ocurre lo mismo que a los dirigentes políticos, comisarios o parlamentarios de la UE. Prácticamente cada uno de ellos, siendo más en el rango, son menos que sus homónimos nacionales. Los cargos europeos se proveen con personajes usados en tareas nacionales y de ahí la consecuencia de su entropía. Desde Prodi a Duisenberg, el elenco se abastece de elementos gastados que desgastan a su vez el material que tratan. El euro es así una moneda hacia la disminución en paralelo a la erosión de sus gestores.

Volver atrás no es posible pero revolver es obligatorio. Europa cuenta todavía más como un gas mítico que como un sólido. Más como un proyecto de unidad que como una fusión para cuya realidad sería necesario, por lo menos, homologar 17 clases distintas de enchufes. "El mercado huele a sangre", decía el miércoles una analista alemana del Dresdner Kleinworst Benson Bank. La hematuria, la hemorragia, la hematemesis del euro es el objeto.

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