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Los trabajadores luchan por salvar el diario mexicano 'Excelsior'

Una tumultuosa asamblea obliga al director general a dimitir

Juan Jesús Aznárez

Una cooperativa de trabajadores intenta a la desesperada evitar el cierre o la venta de Excelsior, un diario que fue de referencia en México y en América Latina buena parte del siglo XX, y ha entrado en bancarrota. Tras la expulsión a la brava de su director general y presidente del Consejo de Administración, Regino Díaz Redondo, los cooperativistas auditarán un rotativo al que pasaron factura sus irregularidades y sus delitos financieros.

Además, tendrá que pagar por la inquebrantable adhesión de los últimos 24 años al Partido Revolucionario Institucional (PRI), de cuyas arcas recibió Excelsior importantes sumas a cambio de someter su línea editorial. El PRI perdió la presidencia de México tras haberla detentado durante 71 años. Paralelamente al desgaste del partido, el diario perdió lectores, los fondos del sistema, y contrajo deudas calculadas en cerca de 500 millones de dólares (99.000 millones de pesetas). Varios empresarios sopesan su compra, y el más dispuesto es Olegario Vázquez Raña, dueño de una cadena de hoteles y de un hospital, entre otros negocios. Los cooperativistas, no quieren vender, al menos de momento. "Se estaba negociando la venta a nuestras espaldas. Eso fue la gota que colmó el vaso", protestó ayer uno de sus portavoces, Manuel Vogues.El periódico, de acuerdo a la lectura de quienes observaron su trayectoria durante los años del ocaso, falseó realidades e informaciones, o denigró a la oposición, a conveniencia del PRI. El pasado 7 de junio, en plena campaña electoral, un libelo contra el candidato ganador, Vicente Fox, del conservador Partido de Acción Nacional (PAN), ocupó las ocho columnas de la portada. Le acompañaba, refrendándolo, un editorial de Regino Díaz a favor del candidato del PRI. Proclamado presidente electo Fox, la dirección destituida quiso cambiar de chaqueta, pero ya era tarde.

"Podemos seguir viviendo durante un tiempo con los flujos de caja mientras analizamos las cuentas", aseguró ayer Guillermo Ayala, uno de los 773 socios que la noche del viernes, casi a golpes, expulsaron a Díaz Redondo. El director defenestrado, que anunció reclamaciones penales contra quienes lo apearon del cargo, se hizo con la dirección en 1976, como supuesto testaferro del entonces presidente de México, Luis Echeverría. Sus sucesores en la presidencia también habrían de ser diligentemente obedecidos por el español de 68 años afincado en México.

Con Julio Scherer, que había mantenido una posición crítica respecto al Gobierno mientras dirigió el periódico, lo abandonaron ese año más de 200 periodistas y colaboradores, entre ellos el escritor Octavio Paz. Scherer fundaría Proceso, semanario que durante más de dos décadas fue la voz más independiente en la prensa mexicana.

La destitución de Díaz Redondo, durante la tumultuosa asamblea del pasado viernes, fue calificada por los trabajadores como "la toma de la Bastilla". Díaz explicó, en una inserción pagada en prensa, que pretendió someter a la Asamblea un plan de salvación integrando a empleados de administración, talleres y redacción, y presentar a los inversionistas interesados en la compra. La mayoría de los cooperativistas rechazó sus propuestas argumentando que ni las cuentas, ni el plan de compra, eran claros. "¡Pillo, pillo, español ladrón!", le gritaban. "¡Bola de agitadores mentirosos!, ¡Energúmenos!, ¡Algún día la verdad caerá sobre todos lo que besaron la mano y después dieron una puñalada por la espalda". Probablemente se refería a los cooperativistas que fueron sumisos mientras duró el maná priìsta y al interrumpirse la distribución exigieron su cabeza.

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