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Belgrado prosigue las negociaciones para la formación de un nuevo Gobierno

El Parlamento de Serbia inició a primera hora de la tarde de ayer, tras varios aplazamientos, la que se espera sea la última sesión para aprobar la formación de un nuevo Gobierno de transición en la mayor de las repúblicas de Yugoslavia y la disolución de la Cámara para celebrar elecciones el próximo 23 de diciembre. El presidente de Yugoslavia, Vojislav Kostunica, declaró que espera poder formar el Gobierno federal para la semana próxima. Al mismo tiempo, sigue a todo gas la actividad diplomática: visitas de políticos de otros países a Belgrado y anuncio de nuevos viajes de Kostunica.Si no participan en el Gobierno de Serbia, la mayor de las repúblicas de Yugoslavia, Kostunica y la Oposición Democrática de Serbia (DOS) tendrían un poco más de poder que la reina de Inglaterra. La DOS necesita asegurarse el máximo de poder en Serbia y reducir, o al menos controlar, a los hombres del derrocado régimen del ex presidente de Yugoslavia Slobodan Milosevic.

La polémica por un quítame allá esos ministros, demasiado contaminados por su vinculación a Milosevic, retrasó hasta la tarde de ayer la reunión del Parlamento de Serbia. Existe un acuerdo completo para que el primer ministro sea Milomir Minic, del Partido Socialista de Serbia (SPS), de Milosevic, un personaje aceptable para la DOS por su escasa notoriedad. Junto con Minic, habrá dos viceprimeros ministros: Nebojsa Covic, de la DOS, y Spasoje Krunic, del Movimiento Serbio de Renovación (SPO), el partido que acaudilla el tránsfuga Vuk Draskovic. Los ultranacionalistas del Partido Radical de Serbia (SRS) no quieren saber nada del Gobierno de transición y se dedican a torpedear todo lo que pueden.

Ayer, los diputados del SRS se entretenían en retrasar la marcha de la sesión del Parlamento de Serbia con toda clase de trucos en el más puro filibusterismo parlamantario. Todo valía para el SRS: desde reclamar la presencia de las cámaras de la televisión hasta ponerse a hablar sobre todo lo divino y lo humano. Incluso diputados que nunca habían abierto la boca se sentían ayer émulos de Cicerón.

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