Asfixia
Mi madre es librera desde hace más de treinta años. Toda la familia nos dedicábamos a trabajar para sacar adelante el comercio y, cuando llegaba septiembre, la labor se multiplicaba por cuatro porque era el momento de vender los libros de texto. Éramos como agricultores que hacían la vendimia y cada peseta que entraba en casa estaba regada con ese sudor formado con los mismos alimentos y casi con la misma agua.Ahora, parece como si tuviéramos que avergonzarnos de ello. Es una obligación hacer descuentos ¡porque es un artículo de primera necesidad! Bien, estoy de acuerdo. Pero los consumidores deberían saber sobre quién pesan esos descuentos. ¿Saben con qué márgenes comerciales trabaja actualmente mi madre? Lo más habitual es trabajar con un 15%. Calculen cúanto puede ella rebajar después. Ahora que está tan de moda lo de la gestión de calidad, entiendo que no había mejor calidad en el servicio que el de una comerciante que cada año recomendaba no comprar este o aquel libro porque el profesor iba a impartir la asignatura por apuntes. Ese ahorro, ¿no es mayor para las familias que el que puedan hacer unos grandes almacenes a cuyos vendedores poco importa cómo vaya a explicar el profesor? A ellos les interesa vender el lote completo y punto. No le cuenten historias.
También los farmacéuticos venden un artículo de primera necesidad, pero tienen la ventaja de estar unidos ante presiones de precios. Cuando se asfixia al pequeño comercio de los libreros, ¿dónde están las asociaciones que lo defiendan?- . .
