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Tropas israelíes y extremistas palestinos se enfrentan en abierto desafío al alto el fuego

"La Intifada no se para con una orden, como no empezó con una orden", dice un jefe de Al Fatah

Israelíes y palestinos se acusan mutuamente de incumplir los acuerdos de pacificación pactados hace dos días en la cumbre de Sharm el Sheij. La disputa trata de justificar los brotes de violencia que se detectaban aún ayer en algunos puntos de Cisjordania, en especial en los alrededores de la ciudad norteña de Nablús, donde colonos, Ejército y palestinos se habían sumido en una batalla confusa, sin trincheras y sin frentes definidos, propiciando la intervención de los helicópteros de combate israelí. Un colono israelí y un campesino palestino murieron en la refriega, que dejó decenas de heridos.

La batalla se produjo después de que 73 colonos salieran de su asentamiento, contraviniendo las órdenes, para inspeccionar la tumba de José, que fue recientemente tomada por los palestinos. Entonces se produjo el enfrentamiento, momento en el que intervinieron los helicópteros. Éstos rescataron a los colonos de una batalla que el primer ministro, Ehud Barak, calificó de "violación flagrante" de los acuerdos alcanzados."La Autoridad Nacional Palestina está aplicando de manera dudosa los acuerdos de Sharm el Sheij", denunciaba ayer el ministro de Seguridad Interior y Exteriores, Shlomo Ben Ami, refiriéndose a la actuación descontrolada de las fuerzas Tanzim, el brazo armado de la milicia de Al Fatah, que parece dispuesto a no respetar el alto el fuego. El ministro acusó a Arafat de "cerrar los ojos y dejar actuar a la milicia".

La respuesta a los ataques verbales del ministro Shlomo Ben Ami no tardó en llegar. La dirección palestina acusó a Israel de no cumplir lo acordado. El negociador palestino en el proceso de paz, Saeb Erekat, desde la ciudad de Jericó, acusó a los israelíes de mantener los controles militares a las entradas de las ciudades palestinas, lo que según él constituye "una violación flagrante" de la declaración final de la cumbre celebrada en Egipto. El líder palestino puso ayer en conocimiento de las autoridades norteamericanas estas supuestas anomalías.

La guerra verbal entre israelíes y palestinos era en definitiva una manera sencilla de tratar de justificar los estallidos de violencia residual que se han venido produciendo en las últimas horas, especialmente en Cisjordania, donde manifestantes palestinos volvieron a enfrentarse a las fuerzas israelíes.

Los incidentes bélicos fueron especialmente graves en los alrededores de la ciudad de Nablús, al norte de Cisjordania. En la batalla contra los 73 colonos estuvieron implicadas milicias palestinas del Tanzim y los Halcones de Al Fatah. El combate provocó dos muertos y varias decenas de heridos, entre ellos cuatro soldados, que tuvieron que ser evacuados por helicópteros.

Los incidentes de Nablús hacen por ahora impensable que las fuerzas de seguridad israelí puedan llevar a término el repliegue de tanques y armamento pesado en las próximas horas tal y como habían pactado. El operativo militar deberá continuar apostado en las colinas y en las entradas de la ciudad, tratando así de defender uno de los asentamientos judíos más importantes de Cisjordania.

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Las claves de estos últimos enfrentamientos hay que buscarlas en estas milicias de colonos judíos, pero también en la actuación por libre de las fuerzas Tanzim, que dirige desde Ramala Marwan Barghouti, en lo que aparentemente podría ser un desafío a las órdenes de pacificación dadas por el presidente Yasir Arafat.

"La Intifada no se puede parar con una orden, de la misma manera que no empezó con una orden", aseguraba ayer Barghouti a la prensa israelí, al tiempo que recalcaba que "nosotros no somos soldados". Balanceándose en medio de las ambigüedades y al mismo tiempo que se confesaba un fiel seguidor de Arafat, el líder de los Tanzim se decía incapaz de transmitir la orden de alto el fuego. "Si yo doy la orden de parar. ¿Creen ustedes que ellos se van a parar? ¿Están locos? Es la masa, es la calle. Puedo intentar persuadirlos. Pero no puedo darles esta orden. Esto no es un ejército. Por consiguiente, la Intifada continuará. E incluso es posible que se intensifique", acababa afirmando el jefe Tanzim.

Barghouti no está solo. Once formaciones políticas, entre ellas dos islamistas, arropan y apoyan la actuación del jefe de la Intifada. Todos han convocado para hoy una nueva jornada de lucha, el Día de la Ira, mucho más ambiciosa que las anteriores.

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