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Cumbre europea en Biarritz

Los Quince se ponen de acuerdo para cerrar en diciembre la reforma del Tratado de la UE

ENVIADO ESPECIALEl conflicto de Oriente Próximo acaparó la atención de la cumbre de Biarritz, pero el Consejo Europeo no quiso sacrificar su agenda, y la reforma del Tratado de Amsterdam ocupó la mayor parte del debate de los jefes de Estado o de Gobierno. Como ya se esperaba, no hubo ningún vuelco en la negociación, no hubo avances espectaculares, pero tampoco retrocesos. Del encuentro salió un objetivo claro: la reforma se ha de cerrar en el Consejo Europeo que se celebrará en Niza en diciembre próximo.

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Mayoría cualificada

"Hay voluntad de cerrar con éxito la reforma. Nadie ha amenazado con bloquear. Todos quieren acabar en Niza", afirmó el ministro francés para Asuntos Europeos, Pierre Moscovici. "Y nadie quiere un acuerdo de mínimos. Todos quieren una reforma ambiciosa. Aunque no todos dan a esa ambición el mismo significado", explicó el hombre fuerte del Gobierno francés en la negociación.El Consejo de Biarritz no alumbrará un éxito negociador, que tampoco espera nadie, pero cumplirá su objetivo: desbrozar el camino de obstáculos menores, dejar los problemas de fondo para el final y, sobre todo, lanzar el mensaje de que el acuerdo es posible en diciembre en Niza, pese a los malos augurios de las últimas semanas.

"Empiezan a verse movimientos. Hay un nuevo espíritu, una voluntad de concluir y de hacerlo con ambición. Nos quedan siete semanas para llegar a Niza. Se puede hacer, por lo que he oído esta mañana", insistió Moscovici. "Hemos progresado en el camino hacia un buen tratado en Niza", concluyó. "Hay coincidencia en que es absolutamente necesario que la CIG culmine con éxito en Niza", dijo el ministro español de Exteriores, Josep Piqué. "La cumbre de Biarritz está cumpliendo con sus objetivos. En Niza va a haber un acuerdo suficiente", pronosticó el jefe de la diplomacia española.

La delegación española notó "un ambiente más relajado, más cordial y constructivo", afirmó el secretario de Estado para Asuntos Europeos, Ramón de Miguel. "No hay crispación ni enfrentamientos", destacó. Pero admitió también que las delegaciones se ratificaron en la defensa de sus posiciones de siempre. "Se ha escuchado mucho más de lo mismo, pero eso es normal, porque nadie va a empezar a ceder ahora", admitió. Todos se reservan sus cartas negociadoras para la recta final de Niza.

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El presidente del Gobierno español, José María Aznar, dejó claro ante sus colegas que, aun apoyando la extensión del voto por mayoría cualificada, España no aceptará que éste sea el sistema en la toma de decisiones sobre política regional. "Si los recursos propios se deciden por unanimidad, su aplicación también", advirtió a sus socios. "Queremos un acuerdo, pero no un acuerdo a cualquier precio", espetó.España defendió una fuerte reponderación de los votos, en línea con las exigencias de los países grandes para restablecer el equilibrio del pasado en las votaciones del Consejo de Ministros.

Alemania insistió también en que se ha de tener en cuenta el peso demográfico, una manera de pedir más votos que nadie. Los países pequeños, que admiten que los votos se han de reponderar a favor de los grandes pero con moderación, defendieron una regla de oro: la mayoría cualificada sólo se puede obtener cuando haya una mayoría de países a favor de una decisión.

En la actualidad se da ya esa circunstancia: los 62 votos necesarios para alcanzar la mayoría cualificada sólo se pueden lograr con al menos ocho países, lo que significa la mitad más uno de los 15 socios. Pero eso será casi imposible de cumplir en una Unión ampliada a 20 o 25 socios, dada la preponderancia que tendrán los países pequeños en el futuro.

"Es necesario que haya una solución en la que todos se sientan confortables", pidió el primer ministro portugués, António Guterres. "No se puede pasar por encima de los países grandes, pero tampoco se puede permitir que los pequeños sean considerados como algo despreciable", advirtió.

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