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Sueños hechos de piezas verdes

Los niños sevillanos parecen indicar que el futuro de la humanidad es la ecología. Lo demuestran por lo menos los que participan desde el jueves y hasta hoy en el concurso de construcción con piezas de Lego que la popular empresa de juguetes organiza en el centro comercial Los Arcos de la ciudad hispalense. Y es que no construyen más que árboles.Árboles, palmeras, animales, islas,... Mucho más concienciados los chavales de hoy que sus mayores, sin duda. Johnatan, de 11 años, por ejemplo,ha hecho dos grandes palmeras y, bajo ellas, ha escrito su nombre. Joni. Se le da mejor la ecología que la ortografía. O será que a la ortografía no se le dan bien nombres como el suyo.

Johnatan ha venido a Los Arcos con sus hermanos Adrián y José Manuel, de 10 y ocho años. Viven cerca del centro comercial y han decidido pasar la tarde jugando a construir. Adrián anda contrariado. No hay piezas verdes para su diseño. A su lado, Manuel, de ocho años, siembra de piezas verdes un campo de fútbol que Adrián nunca apreciará.

Celine, de ocho años, es más clásica. Construye un castillo en el que vivirán un rey y una reina que aún están por modelar. Su sonrisa la delata. Quién si no ella será la princesa del cuento.

Francisco José, sentado junto a Celine, tiene dos años más que ella y no parece muy interesado en convertirse en su príncipe azul. Tampoco debe ser muy ecologista. No hay paisaje que le saque del primer piso del rascacielos que está edificando.

Juegan y juegan y ninguno se acuerda del concurso. Ni siquiera se preocupan de preguntar cuál es el premio. Ahora, eso sí, "cuando lo vea, depende de qué sea, a lo mejor no me gusta y no lo quiero", dice dignísimo Fran, de 11 años, que acaba de terminar una nave que, por unas pocas horas, no va a poder participar en el desfile militar del día de la hispanidad.

Marta, la monitora que controla a los chicos, sí que se acuerda de que están concursando. Cuando llegan, los separa por edades (menores y mayores de cinco años) y les da permiso para que suelten su imaginación a costa de las piezas. Con la obra terminada, es Marta la que decide. Las que le gustan, se guardan acompañadas del nombre y teléfono del autor. Las demás, arte efímero, son deshechas para que otros niños aprovechen sus componentes.

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"Ayer (por el jueves) esto fue una locura. No pararon de venir niños en todo el día. Hubo mucha cola", dice Marta, que incluso tuvo que meter prisa a los chavales. La zona de juego sólo tiene 25 plazas.

Tres de los participantes, uno por cada día, serán los ganadores. Al mejor le espera como primer premio un futbolín hecho con muchas de estas pequeñas piezas. Un regalo que convencería hasta al digno Fran.

El concurso es una de las actividades de promoción que la empresa de juguetes desarrolla estos días en Los Arcos. Por todo el edificio hay repartidas grandes urnas expositoras con figuras de animales hechas por técnicos de Lego en Dinamarca.

La construcción estrella es el flamante bólido de fórmula 1, una réplica a tamaño real de un Ferrari, construido la semana pasada por más de 3.000 niños según las directrices de personal de la empresa.

Los niños, mientras, siguen dale que te pego. Elisabeth, de 11 años, acaba de terminar una isla, con su mar de piezas azules alrededor. La isla la habita "algo parecido a un oso", según confiesa su autora. El animal pasta a la sombra de dos grandes palmeras. Ella, como los demás, juega y da ejemplo. Es lo suyo.

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