El plagio
La duda no es si Ana Rosa plagió (hay páginas de su novela fotocopiadas de la de Steel), sino si escribió el libro. Ella prefiere el plagio a la no autoría; por eso le ha echado la culpa a la informática: como los bancos, que cuando te hacen una pifia juran que se les ha caído el sistema. Cuando a Ana Rosa se le cae el sistema, oye voces dentro de su disco duro y las toma por suyas. Eso es lo que dice, pero hay cosas creíbles e increíbles del mismo modo que hay plagios conscientes y plagios inconscientes. Los inconscientes se dan cuando uno metaboliza con tal ardor el hallazgo de otro que las neuronas lo toman como propio. Casi todo lo que escribimos de adultos es un plagio de las lecturas de la adolescencia pasadas por el filtro de la subjetividad personal, etcétera.En un plagio inconsciente como el que nos ocupa no se habrían utilizado las mismas palabras del texto fusilado porque nadie en su sano juicio es capaz de aprenderse de memoria a Danielle Steeel, que no es Shakespeare. Lo de Ana Rosa es, pues, un plagio consciente, un calco que ningún escritor se habría atrevido a perpetrar con tanta insolencia. Eso sólo lo hace el negro que recibe poco dinero y ninguna gloria por el trabajo que lleva a cabo para otro. El negro desarrolla hacia el firmante un rencor legítimo que le impulsa a llenar el texto de trampas. Después de todo, él no tendrá que dar la cara cuando se descubra el pastel. Por eso decíamos que la duda no es si Ana Rosa ha plagiado, sino si ha escrito.
Yo creo que no. Pero tampoco creo que la estrella que presta su nombre a un desodorante haya fabricado el desodorante. ¿Por qué una locutora famosa no puede alquilar su nombre para vender un folletín? También el Rey y el presidente del Gobierno firman discursos que les escriben otros sin que nadie se escandalice. ¿Por qué pedirle a una presentadora de televisión más que a un Jefe de Estado? Vivimos en el mundo en el que vivimos y nos hemos dado las reglas de juego que nos hemos dado. Lo que sí tendría que hacer esta chica es contratar a negros de derechas, sin rencor de clase, porque el que le ha escrito esa novela es un bolchevique. En cuanto a la gasolina, bajará cuando aumente la competencia.
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