España quiere sentarse entre los cinco 'grandes' en el Consejo Europeo

José María Aznar viaja hoy a Biarritz con un objetivo básico: lograr que España tenga el mismo peso que Alemania, Francia, Reino Unido e Italia en el Consejo Europeo, el órgano integrado por los jefes de Estado o de Gobierno de los países miembros que adopta las decisiones fundamentales en la UE. Pero ese tema no quedará aclarado este fin de semana. La ponderación, o nuevo reparto de votos en el Consejo, es el punto más espinoso de la reforma y no será zanjando hasta el ultimísimo minuto de la Conferencia Intergubernamental que se reunirá en diciembre en Niza.El Gobierno maneja dos hipótesis: si Francia y Alemania siguieran teniendo los mismos votos en el Consejo reformado, como ahora, España no se conformaría con menos. Pero si Alemania lograra más votos, por tener cerca de un 25% más de población que Francia, Aznar aceptaría tener menos votos que los galos, aunque a condición de que los votos de España sumados a los de otros dos países grandes bastaran para bloquear las decisiones del Consejo.

Aznar aspira a un tratamiento igual al de los grandes también en el segundo punto de las reformas, la composición de la Comisión Europea. Las preferencias españolas se inclinan por una Comisión "restringida", es decir, con un número de comisarios inferior al de países miembros, ya que la distribución actual de carteras en una UE ampliada a 27 o 28 miembros produciría un órgano poco operativo.

Dentro de esa Comisión restringida, el Gobierno español sostiene que los cinco grandes, entre los que se incluiría España, deben tener un comisario permanente cada uno. Las demás comisarías rotarían entre el resto de socios. Pero, como está claro que los países pequeños no aceptarán jamás quedarse sin comisario, el propio presidente ha sugerido la posibilidad de que la parte española ceda una de las dos carteras que tiene ahora, pero a condición de que la nueva Comisión ampliada esté "jerarquizada", es decir, que incluya a comisarios operativos y a otros que no lo sean tanto. En ese caso, los comisarios españoles tendrían que ser de primera.

Por lo que se refiere a la ampliación del campo de decisiones susceptible de ser adoptadas por mayoría cualificada, la posición española es favorable, aunque con una serie de excepciones. El ministro de Exteriores, Josep Piqué, ha adelantado únicamente que España no acepta el fin de las decisiones por unanimidad en la armonización fiscal -Aznar dijo el pasado lunes en Roma que él no puede admitir que, mientras trata de bajar los impuestos, se los armonicen al alza para aproximarlos a la media europea- ni tampoco en lo que se refiere al control interior y exterior de fronteras.

En el cuarto gran envite de la agenda, el de facilitar las llamadas cooperaciones reforzadas o mecanismo de acuerdos parciales entre algunos de los países de la UE para intensificar su unión en un tema concreto sin que los otros les sigan, Aznar es partidario siempre de que se limiten a temas sociales, de justicia o de defensa y no afecten al aspecto económico y de cohesión social.