Exiliado prodigio
Anatoli Ugorski abandonó la antigua URSS en 1990, rumbo a Alemania, cuando vio que en su país de origen se agitaba una oscura corriente antisemita. Eso, unido a su completo ostracismo debido a su empeño en interpretar a autores contemporáneos como Alban Berg, Schönberg, Oliver Messiaen o Pierre Boulez, considerados "decadentes" por las autoridades de su país, le hizo tomar la decisión de emigrar. Fue a parar a un campo de refugiados en Berlín Oriental, de donde le sacaron gracias a la intervención de la escritora Irene Dische y Thomas Sanderling, hijo del director de orquesta octogenario Kurt Sanderling. Desde entonces ha triunfado en Occidente, cuyo público se pregunta cómo un talento tal ha permanecido 48 años oculto. En Alemania tampoco ha abandonado su vocación docente. Actualmente enseña en la Escuela de Detmold.
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