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Reportaje:

El Sol no es culpable del cambio climático

Físicos solares y climatólogos coinciden en que la variabilidad solar no explica el calentamiento del planeta

Está claro que el Sol influye en el clima de la Tierra pero los científicos no pueden echar a la estrella la culpa del rápido aumento de temperaturas medias que empieza a registrarse en el planeta y que será más evidente aún en las próximas décadas. De este rápido cambio climático es responsable la actividad del hombre, sus emisiones de gases de efecto invernadero a la atmósfera, afirman los expertos, aunque necesitan conocer mejor la influencia de la radiación solar en el clima y su variabilidad natural. A esta conclusión llegaron unos 300 investigadores reunidos en Santa Cruz de Tenerife en una conferencia planeada para acercar los enfoques de dos áreas científicas que no están aún suficientemente compenetradas: el estudio del Sol y el estudio del clima.

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Un objeto que brilla

Hace 10 años se desencadenó una fuerte polémica social en Dinamarca a raíz de un estudio que afirmaba que había una fuerte correlación entre los ciclos solares y la variación de la temperatura superficial de la Tierra, concluyendo que dicha temperatura estaba casi exclusivamente determinada por el Sol, que la influencia de la actividad humana era despreciable y que, por tanto, no había necesidad de reducir las emisiones artificiales de gases de efecto invernadero a la atmósfera para paliar el anunciado cambio climático.La Agencia de Energía danesa,, para aclarar el asunto, de vital importancia para definir políticas energéticas, encargó a otros científicos que revisaran aquel estudio. "Nuestro reanálisis de los datos muestra que se había sobrevalorado el impacto solar en el clima, que se habían manejado mal los datos físicos, y el análisis correcto de los mismos demuestra que no hay correlación en absoluto, sobre todo en el siglo XX, entre actividad solar y el disparo de las temperaturas", dijo Peter Laut (Universidad Técnica de Dinamarca) en la conferencia El ciclo solar y el clima terrestre, organizada recientemente en Tenerife por la Agencia Europea del Espacio, la UE y el Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC).

Corto y largo plazo

Ese caso danés no sólo es un buen ejemplo de cómo los políticos pueden utilizar a los científicos para orientarse en su toma de decisiones, sino que aglutina dos enfoques de investigación del problema que deben confluir. Los climatólogos insisten en que los factores naturales, incluida la radiación solar, que han regido la variabilidad del clima terrestre en el pasado no son suficientes para explicar el rápido calentamiento de la Tierra presente y previsto para el futuro. "Pero, un momento, ustedes se están refiriendo a algo que desconocen, el Sol, del que nosotros tenemos mucho que decir; y el Sol es muy complejo", recordaba en las conclusiones de la reunión el veterano Eugene N. Parker (Universidad de Chicago).

"Hay un objeto que brilla y emite radiación, y esa radiación varía, ya sea visible, ultravioleta o flujo de partículas, y tiene una influencia en nuestro planeta. Pero es clarísima la huella humana en el calentamiento global, la huella de los gases de efecto invernadero", comentó Manuel Vázquez, físico solar del IAC y coorganizador de la conferencia de Santa Cruz de Tenerife. "El estudio del Sol va a permitir conocer con detalle el fondo de la variabilidad natural del clima", continúa Vázquez. "En los próximos años habrá sorpresas, pero no en el sentido de que el Sol controle el clima, sino por poder estimar bien ese fondo natural, lo que ayudará a determinar cuantitativamente cuál es la influencia humana".Con el próximo informe del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC) de las Naciones Unidas, casi listo para su publicación, y sabiendo que miles de expertos de todo el mundo confirman en él la responsabilidad humana en el rápido calentamiento de la Tierra, cabe preguntar cuánta es esa responsabilidad y cuánta la influencia de la variabilidad natural del sistema climático. John Houghton, copresidente del grupo de trabajo científico del IPCC, dijo en Tenerife que no se puede precisar el tamaño del impacto humano en el clima, "pero es un impacto importante". Por ejemplo, ante una inundación concreta no se puede decir si se debe al cambio climático inducido por el hombre, explicó. Pero al observar un plazo de tiempo, unos años, en que se producen más inundaciones graves en una zona, sí se puede afirmar que es un efecto del calentamiento inducido por el aumento de las emisiones de gases de efecto invernadero a la atmósfera.

Ken Caldeira, del Laboratorios Nacional Lawrence Livermore (EE UU), explicó en la conferencia: "El dióxido de carbono es uno de los más importantes gases de efecto invernadero y se considera que su contenido en la atmósfera tiene alguna complicada relación con la luminosidad solar". Pues bien, según los datos que presentó, la respuesta del ciclo de dióxido de carbono (CO2) al incremento del flujo solar es un aumento de la cantidad de éste la atmósfera por la desgasificación del océano. En concreto, un 2% de incremento del flujo solar provoca una 10% de incremento del CO2.

Pero este efecto se da a corto plazo (unos siglos), mientras que a largo plazo (más de 1.000 años), debido a los procesos químicos implicados, el incremento de flujo solar provoca un descenso de la concentración de CO2 en la atmósfera. Lo cierto es que, a la escala de unos cuantos centenares de años, el flujo solar más intenso refuerza el efecto invernadero en la Tierra y, por tanto, el cambio climático, puntualizó Caldeira.Y en lo que va de siglo, ¿cuánto ha influido el Sol en el clima terrestre? "Aproximadamente el 50% del aumento de la temperatura media global en la superficie terrestre puede ser atribuida a la irradiación solar para el periodo 1900-1998, pero esa cifra cae a menos del 30% para 1970-1998", expuso Michael Lockwood, del Laboratorio Rutheford Appleton (Reino Unido), al presentar sus investigaciones sobre los campos magnéticos de la estrella.

Los físicos solares mostraron que hay que tener en cuenta diferentes aspectos de la actividad de la estrella (radiación infrarroja, ultravioleta, visible, ciclos de actividad, vientos solares...) al estudiar su influjo en la Tierra. Jasper Kirkby, del Laboratorio Europeo de Física de Partículas (CERN), abordó una relación sutil entre el Sol y el clima: los rayos cósmicos, que influyen en la formación de las nubes por los procesos químicos y eléctricos que desenadenan.

En el siglo XX, la mayor intensidad del viento solar, que dispersa los rayos cósmicos, ha debido suponer una disminución de un 15% de la capa nubosa, y esta reducción de las nubes ha debido repercutir en las temperaturas, planteó Kirkby. Para estudiar esto con detalle, un grupo de científicos propone hacer en el CERN un experimento en el que un haz de partículas que simule los rayos cósmicos pase por una cámara en la que se creen nubes artificiales.

Los enfoques desde varias perspectivas son enriquecedores para avanzar. "Los físicos solares podemos proporcionar a los climatólogos información de cómo varía el Sol de modo natural y sus vías de interacción con la Tierra. Estos datos deben ser una entrada importante en sus modelos de predicción", comentó Vázquez.

El siglo y la década más calientes

El siglo XX ha sido el más cálido de los últimos 1.000 años, y la década de los noventa la que ha registrado la temperatura media de la Tierra más alta, según un estudio presentado en Tenerife por Philip D. Jones, de la Universidad de East Anglia (Reino Unido). "La temperatura media de la superficie terrestre en los noventa es 0,31 grados centígrados superior a la del periodo 1961-1990, que es la referencia", explicó Jones. "El siglo XX es el más templado del milenio, aunque la temperatura media de estos 100 años está 0,1 grados por debajo de esa media". La temperatura promedio del planeta ronda los 14 grados.

Los científicos sólo tienen datos instrumentales de temperatura para muchas partes del mundo desde 1850, "aunque hay medidas hechas con termómetros en Europa desde el siglo XVII", puntualiza Jones. Para conocer el pasado, los expertos recurren a indicadores indirectos, como, por ejemplo, la información de los árboles, que en algunas regiones crecen mejor cuando hay veranos más templados, o de los corales, cuyo crecimiento depende de la temperatura del agua. También son elocuentes las muestras de hielo del pasado, ya que su composición depende de la temperatura. Pero hay más: "En Europa, China y Japón hay documentos históricos sobre clima, tanto registros oficiales como diarios de la gente", comenta Jones. "Y en Francia y en Suiza tenemos el indicador de las cosechas de los vinos, que son mucho mejores y más abundantes cuando el verano es más templado".

El estudio del milenio indica que la variabilidad climática en el pasado responde a causas naturales, "pero el calentamiento muy rápido registrado en los últimos 30 o 40 años no se puede explicar por la actividad solar y las erupciones volcánicas, y hay que incluir los efectos de la actividad humana ", concluye Jones.

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