"Me da mucho miedo la degradación de la cultura, la masificación"
El próximo martes 17 de octubre se inicia la temporada de conciertos de la Sociedad Filarmónica de Bilbao y concluirá el martes 5 de junio del 2001. En total se celebrarán treinta y dos audiciones, con la participación de grupos instrumentales y solistas de primerísima categoría. Un año más, y así ininterrumpidamente -salvo el período que media entre mayo del 36 a enero del 38, debido a la Guerra Civil-, desde la creación de esta entidad un 20 de mayo de 1896. Al frente de la Sociedad Filarmónica figura Asís Aznar, quien lleva ejerciendo como Presidente desde 1980. Reputado melómano, con probada solvencia como gestor musical, interesado por todas las facetas de la cultura. Fue uno de los fundadores del grupo de teatro Akelarre en los años sesenta, además de colaborador activo en aquellas obras que precisaban de la participación de la música.
Por encima de intereses personales, para Asís Aznar lo que cuenta es la Filarmónica, tanto en memoria hacia el pasado, como afirmándose en la actividad viva del presente, sin dejar de lado lo que pueda deparar el futuro.
Habla con inflamado fervor sobre la labor inestimable ejercida por quienes instituyeron la Sociedad Filarmónica. "En aquellos inicios", señala, "fue una constante de la Filarmónica estar conectados con los movimientos que había en Europa. A principios de este siglo a Bilbao llegaban los más prestigiosos profesionales de entonces. La sociedad editaba una revista musical, que salía cada dos meses, cuya duración se inscribe de 1909 a 1913. Como tenían corresponsales en toda Europa estaban al corriente de lo que pasaba en el mundo, porque decir Europa en aquel entonces era decir el mundo". Para dar un ejemplo taxativo subraya cómo el Concierto en sol de Maurice Ravel se ofreció en la Filarmónica siete u ocho meses después de su estreno en París.
Con relación al interés por la música de cámara, en general, y por los cuartetos, en particular, que existe en el presente, para Aznar todo parte de la gran tradición que viene desde los primeros tiempos de la Filarmónica. "Hay ocasiones que me preguntan desde otras sociedades parecidas a la nuestra si puedo programar seis cuartetos al año. Les contesto que sí, porque nuestro público tiene una tradición en esto de la música de cámara". Para ratificarlo, pone en su boca una pregunta con su inmediata respuesta: "¿Por qué podemos ofrecer una integral de los cuartetos de Beethoven o de los cuartetos de Bartok? Porque hay una tradición...".
Refiere Aznar que, junto a la música de cámara, lo más abundante en cada programación anual se centra en el recital de canto, o sea, el lied, sin olvidar los conciertos de las pequeñas orquestas, orquestas de cámara. En cuanto a los intérpretes, cree preciso descubrir, como gestores, a aquellos que van a despuntar en el futuro. Por eso están continuamente informados a través de revistas especializadas, a través de los agentes y con los contactos directos que verifican mediante los conciertos que escuchan fuera del entorno bilbaíno. Asegura con suma convicción lo siguiente: "Es importantísimo adelantarnos al tiempo. El que pasen por nuestra entidad determinados artistas, que luego van a ser famosos, es fundamental. Hemos comprobado que ellos se acuerdan, les gusta la sala, han conocido quiénes pasaron por aquí. En lo sucesivo tenemos con ellos un trato fluido. Es alentador que muchos de ellos se acuerden y vuelvan. Nos podemos equivocar en ocasiones, pero la mayoría de las veces acertamos, del mismo modo que no todos se acuerdan y vuelven, aunque estos sean una minoría, todo hay que decirlo".
Llevaría demasiado espacio transcribir los nombres de los centenares de cualificadísimos compositores e intérpretes que pasaron por la entidad bilbaína a lo largo del tiempo que nos mira. Recuerda exultante Asís: "Nuestros predecesores, cuando se liaban la manta a la cabeza, eran capaces de traer a la Orquesta Sinfónica de Berlín y la de Viena. Y así estuvieron Karl Böhm, Clemens Krauss y Hans Knappertsbusch por los años cuarenta. Esto es un asombro".
Le pregunto si no les gustaría tener un mayor reconocimiento, por parte del gran público y de las Instituciones. Contesta: "Pues puede ser que sí. Ahora, lo que me da mucho miedo es la degradación de la cultura. Esa masificación a la que parece ser que estamos abocados. En lugar de ir adquiriendo más preparación y formación, al final acaba todo por masificarse. Pero masificándose en el peor sentido, en el que se baja a unos niveles demasiado pedestres".
Respecto a a quienes hacen de la música compartimentos estancos,con el sólo los recitales de piano o bien nada más que la ópera o únicamente lo que provenga de las orquestas sinfónicas, nuestro interlocutor da su opinión: "Esas personas se pierden muchos de los hermosos contenidos que ofrece la música en su variedad global".
Esta entidad privada cuenta con mil trescientos socios. La capacidad del local es para mil oyentes. Hasta la fecha, nunca han tenido problemas de ubicación. "Y esperamos seguir así, por muchos años", concluye. Seguido, al modo de un pensamiento en voz alta, alude a los inconvenientes modernos de los teléfonos móviles. "Nos están machacando". Ruegan encarecidamente la desconexión de los móviles antes de entrar en la sala. Mirándolo bien: si la música viene a ser la manifestación más elevada del espíritu humano, sería absurdo dejarse vencer por pitidos malsonantes.
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