Huelga en los barrios árabes de Jerusalén
Los jóvenes palestinos recuperaron ayer con piedras y banderas el control de numerosos barrios árabes periféricos de Jerusalén durante la jornada de huelga general convocada ayer por la Autoridad Nacional Palestina en protesta por los muertos el viernes en la Explanada de las Mezquitas. La convocatoria de huelga se extenderá a hoy tras los graves inicidentes ocurridos ayer en Gaza y Cisjordania.La batalla de Jerusalén fue, sin embargo, especialmente dura y complicada en el Monte de los Olivos, el principal barrio árabe de Jerusalén, situado a espaldas de la mezquita del Aqsa, punto habitual de atracción para los turistas, desde la que se domina todo el centro de la ciudad judía.
Los jóvenes habían cortado con barricadas numerosos accesos a lo alto de la colina, mientras ardían en lugares estratégicos un buen número de neumáticos de coches. Contingentes de palestinos de a pie se dedicaron toda la mañana a custodiar estos parapetos, armados de piedras y agitando banderas, mientras gritaban amenazas e insultos a los soldados lejanos.
Esta misma entrega de los barrios árabes a sus pobladores se repitió en otras zonas cercanas, como Abu Dis -la hipotética capital del futuro Estado de Palestina-, donde los jóvenes se hicieron fuertes en el patio de una mezquita, a la entrada de la Universidad de Al Qods, muy cerca de la sede del nuevo Parlamento. Desde allí controlaron los accesos a la población y especialmente una carretera polvorienta por la que ayer no se aventuró nadie, ni siquiera los soldados israelíes que prefirieron quedarse a la sombra de una gasolinera cercana.
Esta estrategia de aparente repliegue de las tropas israelíes en los barrios árabes más conflictivos tuvo su contrapunto en Jerusalén Este, donde se establecieron estrictos controles policiales. Las calles estuvieron cortadas por vallas custodiadas por las fuerzas de seguridad hebreas, que impidieron el tráfico rodado, permitiendo sólo el acceso a pie a vecinos o fieles, y a algún turista despistado, que trataban de acceder a través de la Puerta de Damasco hasta la Explanada de las Mezquitas. Ni siquiera esta parte de la ciudad escapó al furor de los tiradores de piedras, que dejaron las calles principales sembradas de proyectiles.
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