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LA "BATALLA" DE JERUSALÉN

Siete palestinos muertos y más de 200 heridos en choques con la policía israelí en Jerusalén

Siete palestinos murieron y alrededor de 200 fueron heridos en el transcurso de nuevos enfrentamientos de fieles musulmanes con la policía israelí registrados ayer en la Explanada de las Mezquitas de Jerusalén, el tercer lugar santo del islam, reivindicado al mismo tiempo por la comunidad judía como restos del desaparecido Templo de Salomón. Esta oleada de violencia ha empezado a extenderse a los territorios autónomos, como lo atestigua la explosión de una tercera bomba en Gaza y el asesinato también ayer de un soldado israelí por un policía palestino, que al disparar gritó: "Alá es grande".

Más de 22.000 fieles musulmanes, que acudieron ayer a la Explanada de las Mezquitas para asistir a la plegaria religiosa del viernes, se convirtieron en protagonistas inesperados de una dura batalla campal con el Ejército israelí, que trataba de desalojarlos del lugar santo. Los militares alegaron que, minutos antes, unos muchachos musulmanes habían arrojado piedras sobre los judíos que oraban al otro lado del recinto, junto al colindante Muro de las Lamentaciones.La orden de expulsión se topó con la resistencia de un grupo de jóvenes palestinos, que parecían no haber olvidado la afrenta sufrida el día anterior cuando el líder de la derecha nacionalista Likud, Ariel Sharon, visitó el lugar de manera provocadora, recordando el control de los israelíes sobre un recinto administrado por la comunidad musulmana y la Autoridad Palestina. Los jóvenes se hicieron fuertes en el interior de la Explanada y atacaron con piedras a los soldados, que contestaron con balas de goma, después con gases lacrimógenos y finalmente con fuego real, según han atestiguado los servicios médicos de urgencia de los hospitales de Jerusalén este.

El fragor de la batalla se extendió fuera del recinto de las Mezquitas, llegó al sector este de la Ciudad Santa y se desparramó por los barrios árabes colindantes mientras un locutor enardecido desde la emisora oficial, la Voz de Palestina, no dudaba en suplicar a sus conciudadanos que acudieran a la Explanada. "Proteged las mezquitas", vociferaba sin cesar la radio, convocando a nuevas protestas.

El largo asedio terminó a media mañana después de la policía israelí y las autoridades religiosas musulmanas encargadas de la custodia de la Explanada llegaran a un pacto por el que los imanes se encargarían personalmente del desalojo del recinto y las fuerzas de seguridad se comprometían a desbloquear los accesos, permitiendo a los fieles regresar a sus casas.

El balance oficial de la Autoridad Nacional Palestina (ANP) dice que, como consecuencia de estos enfrentamientos, siete palestinos murieron por balas israelíes y 220 fueron heridos o resultaron contusionados. Por su parte, más de 30 miembros de las fuerzas israelíes fueron también heridos, entre ellos diversos conductores de las ambulancias que habían acudido al lugar para desalojar a las víctimas.

Pocas horas después de los choques, la ANP convocaba para hoy a una huelga general de protesta y una jornada de luto por las víctimas. Por su parte, el portavoz de la Casa Blanca Joe Lochhart dijo que EE UU condenaba los enfrentamientos, de los que responsabiliza a ambos bandos.

La tensión de la Ciudad Santa ha empezado a extenderse a otros puntos de los Territorios Autónomos. En la ciudad árabe de Kalkilya, a unos 20 kilómetros al este de Tel Aviv, un policía palestino que participaba en una patrulla conjunta con un grupo de soldados israelíes disparó con su arma reglamentaria sobre el vehículo militar todoterreno y mató a uno de los soldados e hirió a otro. "Alá es grande", gritaba el agresor mientras descargaba el arma contra los soldados israelíes; después trató de huir y refugiarse en las calles de Kalkiya. Las fuerzas de Yasir Arafat le detuvieron inmediatamente y le presentaron ante un tribunal militar palestino, que le juzgará y presumiblemente le condenará a muerte en un procedimiento sumarísimo, aunque sus compañeros aseguran que es un enfermo mental.

La oleada de violencia se ha apoderado también de Gaza, donde el jueves por la noche estalló una nueva bomba, la tercera en pocas horas, sin ocasionar víctimas, aunque provocó el pánico de la comunidad de colonos judíos.

Con las manos vacías

Los representantes palestinos e israelíes, que durante cuatro días han estado negociando en EE UU, regresaron ayer con las manos vacías, reconoció un responsable de la Administración norteamericana. Las conversaciones del equipo presidido por el ministro israelí de Seguridad Interior, Shlomo Ben Ami, y el líder palestino Saeb Erekat se han celebrado en la mayoría de las ocasiones a través de una persona interpuesta, el mediador de la Casa Blanca Dennis Ross, aunque al parecer han menudeado los contactos personales.El retorno a casa de los negociadores, obligados por las fiestas religiosas judías, no significa el fin del proceso, que se reiniciará en los próximos días con una intención clara; convocar una última cumbre israelo-palestina bajo el mandato de Bill Clinton. Sobre la mesa les continúan esperando tres temas claves; Jerusalén, los refugiados y los asentamientos judíos.

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