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El Espai 13 acentúa el carácter experimental de su programación

Al cumplirse 25 años de su puesta en marcha, la Fundación Miró mira atrás y hace una reflexión de futuro con lo que ha sido su apuesta más arriesgada de apoyo a la nueva creación: la programación del Espai 13. Esta temporada el espacio de experimentación de la Miró presentará el cicloPer a tots els públics, comisariado por Mònica Regàs, Ferran Barenblit y Frederic Montornés y que tendrá como punto de partida la inauguración de una exposición dedicada al joven emergente Carles Congost

El próximo día 5, la exposición Country Girls, de Carles Congost, pondrá en marcha el ciclo Per a tots els públics. Congost, nacido en Olot en 1970, tiene un característico mundo expresado en diversos soportes, sobre todo fotografía. Su trabajo empieza a coger consistencia y expresa perfectamente la llamada cultura de club, una expresión que define los diferentes aspectos de la cultura juvenil actual. En torno a esta idea girará su montaje.Pero la intención de los comisarios Regàs, Barenblit y Montornés no ha sido realizar una programación acotada generacionalmente. También se realizará un salto en este aspecto con la presencia del francés Claude Lévêque (Nevers, 1953), el estadounidense Joseph Grigely (Jersey City, 1956), el austriaco Erwin Wurm (Bruck, 1954), el gallego Santiago Mayo (Tal, 1965) y el argentino Nicola Costantino (Rosario, 1964). A la obra de estos artistas se sumará la de tres más, cuyo nombre es todavía una incógnita, que efectuarán intervenciones artísticas fuera del Espai 13, en dependencias diversas del centro. "Es la manera de demostrar a las 500.000 personas que visitan la Fundación que el Espai 13 no es sólo un espacio y unas obras físicas, sino también un trabajo que tiene una dimensión mental", comentó Malet. La intencionalidad de las obras esparcidas en lugares insólitos responde -según Malet- "al debate actual de si el arte contemporáneo necesita de los museos y los museos necesitan del arte contemporáneo", explicó.

En opinión de la directora de la Fundació Miró, la idea del Espai 13 ha sido siempre abierta. "Miró no habló nunca de gente más o menos joven, ni de que fueran catalanes, ni españoles, ni siquiera puso ningún condicionante. Lo único que pretendía era apoyar la nueva creación", dijo. El mismo título del ciclo hace referencia a la voluntad de ofrecer una programación abierta y diferente que encuentre sentidos y correspondencias entre los artistas a medida que se celebren las exposiciones. "Para todos los públicos está tomado de la expresión francesa tout públic, que significa una cosa abierta", explicó Mònica Regàs.

Se da la circunstancia de que los tres comisarios que han diseñado conjuntamente el ciclo iniciaron su carrera profesional comisariando ciclos en el Espai 13.

El inicio de una nueva era de arte joven

CEAC son las siglas del Centro de Estudios de Arte Contemporánea que preside la entrada de la Fundación Miró. En ellas se reflejan uno de los objetivos principales de Joan Miró al proyectarse el museo. Su deseo era la creación de un centro vivo y dinámico y no un santuario parado en el tiempo. Como recordaba ayer Rosa Maria Malet, directora de la Fundación, "Miró quería que se apoyara el arte joven. Por experiencia propia, era muy consciente de lo difícil que eran los comienzos artísticos". Consecuente con esta voluntad, la Fundación Miró creó primero el Espai 10, que pasó más tarde a denominarse Espai 13. Nombres que son realidades en el arte contemporáneo catalán pasaron por este espacio. La lista es larga, pero quedémonos con Perejaume. Con esta inciativa, los jóvenes disponían por primera vez un espacio en el que podían dar rienda suelta a un tipo de propuestas que si ahora aún podría calificarse eufemísticamente de "difíciles" para un gran sector del público, hace un par de décadas eran poco menos que locuras iniciáticas de jóvenes visionarios.

Hace 25 años, no existían ni el Macba, ni el centro Santa Mònica, ni la Fundació Tàpies. El museo Picasso ocupaba su espacio de vanguardia histórica y todavía estaban por crear dos espacios que seguirían la estela de la labor del Espai 10: La Capella, dependiente del Ayuntamiento de Barcelona, y la Sala Montcada, de la Fundación La Caixa. Desde estos dos espacios se ha apoyado en los últimos años el arte joven, entendido no como una propuesta cronológica, sino como un tipo de sensibilidad artística que apuesta, con un razonado compromiso, por lo nuevo.

Es en este sentido, la labor de la Fundación Miró ha sido precursora de muchos de los rumbos de la creación catalana actual.

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