"Intentar corregir los excesos del sistema es una pérdida de tiempo"
Vive en el sistema, pero es un antisistema convencido. John Zerzan, un estadounidense de 57 años, se ha convertido en filósofo de la antiglobalización. Reniega de ser líder de nada y se declara escritor y anarquista. Con un cierta envidia por no poder vivir en Praga las manifestaciones contra el FMI y el Banco Mundial, tal y como lo hizo en la cumbre de la OMC en Seattle (EE UU) en 1999, presenta en España su último libro Una mirada sobre la red y ayer dio una conferencia en Bilbao invitado por Betiko Fundazioa.Pregunta. ¿Quieren ser la conciencia del sistema globalizado?
Respuesta. Estamos intentando acabar con el sistema. Esto va más allá de las protestas. Es una alternativa seria, es un esfuerzo para renovar lo que hay antes de que sea muy tarde y el capital y la tecnología traigan una destrucción acelerada.
P. ¿Es posible llevar el sistema al final?
R. Soy bastante optimista. Hay signos reales, como los de Praga. En muchos lugares del mundo la globolización se ve como una epidemia y hay más y más resistencia. Estamos en un punto final.
P. ¿Cómo se puede parar la globalización si incluso los que están en contra la usan?
R. Es verdad. Tenemos que usar todo aquello que tenemos para evitar estar en desventaja. Pero, ¿están estas cosas haciendo que la gente sea más feliz o esté más satisfecha? Hay muchos estudios que dicen que la gente está más deprimida, más aislada, más alienada con Internet. ¿Dónde están las buenas promesas? Si hiciera a todo el mundo feliz, sería maravilloso.
P. ¿Dónde obtienen el dinero para financiar estas acciones?
R. Las instituciones reformistas más maduras precisan grandes presupuestos. Tienen incluso grandes burócratas de la protesta. Los radicales anarquistas, sin embargo, no tienen dinero y no lo necesitan. No estamos en el negocio de de las relaciones públicas. Necesitamos poco dinero.
P. Pero para acudir a Praga se necesita dinero.
R. Sí es verdad. Se necesita un mínimo. No sé cuántos anarquistas de América están en Praga. Probablemente no hay muchos. Pero he leído que los anarquistas checos están en la pelea y no tienen un jet para ir por el mundo.
P. ¿Le satisface la política de pequeños pasos, la condonación de la deuda externa, o quieren la bancarrota del sistema?
R. No estoy interesado en estos elementos. Buscamos fundar una cosa nueva completamente. Entrar a corregir los excesos del sistema es un una historia interminable. Es una pérdida de tiempo. Hay que ir por el todo. Hay que atacar las instituciones que lo dirigen todo.
P. ¿Es necesario usar la violencia callejera?
R. Es probablemente necesario para llamar la atención sobre las nuevas posturas radicales. Desafortunadamente, el sistema responde mejor a eso que a conversaciones bien educadas. Todo el mundo lo sabe.
P. ¿Es un especie de revolución? ¿Dónde están los limites?
R. No se trata de una violencia radical contra las personas, sino contra la propiedad privada. No hablamos de atacar a individuos ni herir a gente. Pero ponerse como objetivo atacar las corporaciones sí que es una táctica inevitable.
P. ¿Actúan de forma global?
R. Cada vez hay más comunicación. Se comparten perspectivas y nos mantenemos en contacto para trabajar juntos. Pero no es necesariamente una organización globalizada, no es lo que queremos. Hay que evitar la burocratización. Organizar la actividad es una cosa y tener una organización otra.
P. ¿Cree que instituciones como el FMI y el Banco Mundial son responsables de las desigualdades o sólo son instrumentos?
R. Lo importante es lo que está debajo, el capital y la tecnología, lo que hacen en la sociedad a las personas y a las culturas del Tercer Mundo.
P. ¿Cuál es su modelo?
R. La extrema descentralización, un mundo cara a cara. Vamos en dirección contraria, con la gente cada vez más aislada. Hay que darle la vuelta. La gente no está mejor asistida por las promesas de tecnología, es justo al revés. Hay que buscar lo que alguna vez hemos llamado primitivismo, un mundo sin división de trabajo o domesticación, con instituciones muy básicas. Imagine un mundo en que la gente tenga conexión directa con otra gente.
P. ¿Le asusta que por pequeñas cesiones se pueda abandonar esa lucha total que plantea?
R. Es posible, pero no lo creo. Nos preguntamos por la clase de mundo que queremos para nuestros niños, si éste es el camino de la felicidad. No creo que los cambios pequeños satisfagan a nadie.
P. ¿Cuál es su relación con las ONG, que tal vez sólo quieren cambiar cosas puntuales?
R. Siempre dejamos claro nuestro punto de vista. Mantenemos un diálogo con ellas.
P. ¿Hablan con los gobiernos?
R. No, no tenemos nada que decirles.
P. ¿Les han invitado a ello?
R. Sólo a nivel a local. Hablar con los gobierno sería contradictorio con el anarquismo. Hay individuos que trabajan en los gobiernos con los que sí hemos hablado. Les hemos intentado convencer de sus errores.
P. ¿Su advertencia a los gobierno es que no van a dejar su lucha ni van a sentarse a negociar?
R. Exactamente.
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