El dulce sabor de la victoria
Nunca trabajar a destajo dio resultados tan decorativos como dulces. Seis pasteleros artesanos menores de 23 años trabajaban ayer sin desmayo bajo una carpa del Paseo de la Explanada, en Alicante. Estresados por la duración límite de cada prueba, sus caras avinagradas contrastaban con lo que salía de sus manos: Filigranas de chocolate, figuritas de mazapán y fantasías de caramelo, entre otras delicias.El esfuerzo no era conjunto, pues los seis pasteleros competían por conseguir el título de campeón de España. Ayer y anteayer se celebró, por primera vez en Alicante, el Campeonato Nacional de Jóvenes Pasteleros que se renueva cada dos años. Un alicantino y una alicantina, un castellano-leonés, un madrileño y dos catalanes se afanaban por conseguir que sus postres, capaces de producir tanto placer en el paladar como estragos en la figura, convencieran al jurado.
La competición, aunque dulce, es dura. Los jóvenes no paraban. Mientras el representante alicantino moldeaba un cisne de caramelo insuflando aire y armándose de mucha paciencia, uno de los barceloneses, en la caseta aneja, daba los últimos retoques a una estructura entre churrigueresca y modernista de chocolate. Sobre ella, colocaba delfines de chocolate blanco en precario equilibrio.
Apartadas ambas creaciones, se pusieron los dos a limpiar el banco con un trapo para acometer los siguientes retos. El alicantino debía pintar mazapanes modelados como casas, perros, personas y muchas otras formas. El catalán comprobaba la temperatura de un trozo de caramelo sobre el que pensaba trabajar con la ayuda de un artilugio con aspecto de taladro mientras un individuo, a la manera de los directores de los equipos ciclistas, jaleaba y daba instrucciones al muchacho en su lengua materna. Aparte de la intervención de este individuo, la concentración de los participantes debía ser la máxima posible. "Haga el favor, que estamos trabajando", contestó secamente el catalán a un señor mayor que le preguntaba algo desde detrás de la zona acordonada.
Trabajar de cara al público en momentos en que no se permiten fallos no es plato de buen gusto ni siquiera en un concurso de estas características. De hecho, el representante de Benidorm se arrepintió en el último momento, por lo que su caseta aparecía vacía. El factor del espectáculo no siempre se había sumado en este concurso. "Este año, al situarlo en La Explanada, hemos pretendido que la gente conozca el campeonato y que sepa que tenemos a grandes profesionales", señalaba el presidente del Gremio Provincial de Pasteleros Artesanos de Alicante, Miquel Rico.
A lo largo de dos días, los chavales compiten por clasificarse en los tres primeros puestos, pero además existen premios específicos de cada prueba: a la mejor pieza montada, a la mejor tarta helada, a la mejor variedad de bombones, a las mejores piezas de mazapán y a la mejor especialidad regional. Anoche, en una cena de clausura, se entregaron todos los galardones. Los que ganaran saborearán la victoria, mucho más dulce que cualquiera de sus postres vencedores, y los que perdieran, podrán consolar el sabor amargo de su derrota devorando sus propias creaciones.
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