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LA MERCÈ 2000

La estación de Francia, un Sónar de bolsillo

Era una apuesta de riesgo, y se ha saldado con unos resultados que ni el más optimista hubiese podido anticipar. La vuelta del BAM a la estación de Francia ha supuesto un éxito de público que el sábado obligó a colgar el cartel de no hay entradas y que el domingo volvió a atraer a numeroso personal. La introducción de localidades de pago no ha enfriado los ánimos de una clientela que se ha tomado este BAM como una especie de Sónar de bolsillo a precios populares, copas incluidas, y que, atraída por los encantos de la electrónica, amenaza con dejar pequeña la estación en un par de años.Pero no sólo ha funcionado bien el apartado electrónico en la estación, ya que el domingo, cuando no había contraprogramación del propio BAM ni en la plaza del Rei ni en la Catedral, varios miles de personas asistieron a los conciertos de Satellites, Sexy Sadie y The Bluetones, bandas de pop que no pueden considerarse populares en sentido estricto.

Los primeros prometen, los segundos demostraron con un buen concierto que son una banda de presente y futuro, y los terceros parecieron ya algo pasaditos, y no sólo por esa estética neo-mod que exhibieron.

Laurent Garnier dejó claro que su capacidad de convocatoria sigue siendo importante. El francés dejó entrever durante su concierto dos de las caras que tiene. Por una parte quiso demostrar que su techno no se queda limitado a la manipulación de filtros, y con ayuda de un saxofonista, un teclista y dos bailarinas le dio pátina culta a su propuesta. El público, que allí estaba para que le metiesen ritmo a todo trapo, se enfriaba cuando salían los instrumentistas, pero Garnier, que conoce el percal, acudía también a la aceleración rítmica para satisfacer las ganas de baile del personal.

En suma, techno y tralla y techno y jazz consumieron su actuación antes de que Justin Robertson aplanase al público con una sesión idónea para dar por concluido un BAM más atractivo en lo numérico que en lo artístico.

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